Por Jorge Tovalín. Publicado originalmente en Comikaze #21 (noviembre de 2013).
Era 1993, yo cursaba primero de secundaria. No sé cómo conseguí el dinero, pero compré aquel tomo, llegué a casa y me senté en la mesa de la cocina. Tras meses de espera, finalmente iba a leer La muerte de Superman en español, publicada por Editorial Vid (cabe decir que conseguir cómics en inglés era casi imposible en San Luis Potosí, donde pasé mi niñez y adolescencia).
Feliz al devorar la historia que marcó el inicio del boom del cómic, me bastó leer algunas páginas para que mis ojos se embelesaran con el inusual arte de Jon Bogdanove. Fresco, increíblemente dinámico, caricaturesco, divertido y muy expresivo, el trazo del tal Bogdanove contrastaba con el del resto de los artistas participantes en ese recopilatorio, todos ellos con un estilo más conservador. Se notaba a todas luces que el tipo realmente se divertía haciendo su trabajo.
Durante los años siguientes, siempre que pude comprar los tomos con las aventuras de Superman que Vid publicaba mensualmente (quedarse con el cambio de las tortillas fue vital para eso), esperé con emoción toparme con el arte de Bogdanove, que desde mi primer encuentro hizo que éste se convirtiera en mi dibujante favorito del Hombre de Acero, a la par del legendario José Luis García López. Es por ello que no pude desaprovechar la oportunidad de entrevistarlo cuando me asignaron la misión de llevarlo, junto con su familia, al aeropuerto de la Ciudad de México, tras su primera participación en La Mole Comic Con Internacional (tiempo después pude entrevistarlo una vez más, pero frente al público de la convención).
A continuación, lo que conversamos en el trayecto, antes de que el afable Bog levantara el vuelo a casa.
Con respecto a Steel, ¿Posees algún tipo de derecho o crédito cuando DC Comics usa al superhéroe que creaste con Louise Simonson?
La forma en que DC trabajaba cuando colaboraba con ellos, y supongo que sigue siendo la misma, es que los creadores de un concepto obtienen una pequeña comisión (diez por ciento) de todo lo que DC haga con el personaje en cuestión de licensing, ya sean películas, videojuegos, y claro, juguetes. El autor obtiene su crédito siempre que el personaje aparece en el cómic impreso. Aunque no creo que vaya a pasar lo mismo con The New 52, pues al tratarse de un relanzamiento del Universo DC, Steel ya no es el mismo personaje. Pero lo seguimos amando.
¿Qué puedes decirnos de tu sociedad con Dennis Janke? Los que conocimos tu trabajo en los años 90 veíamos siempre sus firmas juntas.
Como sabrás, Dennis fue mi entintador regular durante todo el tiempo que dibujé Superman: The Man of Steel, es decir, hasta el número 85 (enero de 1999). En esa época de trabajo Dennis se mudó a Maine, donde vivíamos entonces, y su casa no estaba lejos de la nuestra, por lo que durante un tiempo tuvimos una colaboración realmente cercana. Poco a poco él se enfocó más en su vida personal y yo en la mía, por lo que ya no nos vemos mucho, pues ahora vivimos en Los Angeles.
¿Por qué dejaste a Superman? ¿Fue decisión tuya o de la editorial?
Creo que era tiempo para cambiar de guardia. No fue mi decisión, pues con todo gusto pude seguir dibujando Superman hasta llegar a la etapa de The New 52. Fue una maravillosa experiencia mientras duró.
¿Cuál crees que es tu mayor contribución al legado de Superman?
Me parece difícil separar mi contribución personal de la del resto del equipo que trabajó conmigo en esa época. Pienso que escribimos a un héroe que es amado tanto por su familia como por sus amigos. Nuestro Superman es, primero, un terrícola: Clark Kent es el hombre y Superman es su trabajo. Un héroe que fue criado como un granjero pobre, al cual sus padres, unas personas buenas, le enseñaron a diferenciar el bien del mal, y quien creció para convertirse en una especie de metáfora de cualquier buen hombre o padre que sólo intenta hacer lo mejor que puede en este mundo con los poderes o habilidades que tiene. Para Superman eso significa estar sobresaturado de cosas por hacer, así que siempre está ocupado y haciendo malabares con más de lo que puede manejar.
Él no está lleno de angustia; a diferencia de otros héroes, no está motivado por la venganza. Él es una especie de tipo normal, literalmente un superhéroe de la clase trabajadora. Ése es el tipo de Superman que todos en el equipo intentamos retratar.
Muchos de nosotros crecimos viendo las aventuras de George Reeves como Superman en la televisión. Él mostraba una especie de retrato paternal y caballeroso del personaje, por lo que fue una de las bases con las que formamos nuestra versión de Superman. Creo que esa fue nuestra contribución. También pienso que la famosa Muerte de Superman nos convirtió en celebridades por quince minutos, pero a la vez fue una gran cosa que le sucedió al personaje, pues hizo que la gente volteara a verlo, lo recordara y le pusiera atención a lo que representa.
¿Cuál es tu relación actual con DC?
Hasta hace poco tuve una relación muy cercana con DC Licensing, donde pasé los últimos quince años creando guías de estilo y arte comercial que apareció tanto en juegos de Six Flags, como en juguetes de la Liga de la Justicia y hasta en cajas de curitas. Ya sabes, el tipo de arte genérico que hace tan brillantemente José Luis García-López. Yo pude hacer eso por bastante tiempo: ser el tipo que buscas cuando no encuentras a López (risas) o cuando necesitas imitar el arte de un dibujante fallecido, pues desarrollé la habilidad de dibujar como muchos artistas de la Edad de Oro y de Plata. Eso cambió cuando Warner Brothers tomó el departamento de licensing, por lo que desde entonces muchos de los editores de DC, que eran niños cuando matamos a Superman, me llaman para hacerles alguna portada ocasional. Aparte de hacer licensing, también busco hacer algunas historias. Le tengo mucho cariño a DC Comics, y aun cuando no siento que The New 52 esté diseñado para mí como audiencia, me gusta la compañía, la gente que trabaja ahí, y espero tener siempre una buena relación con DC.
Finalmente, ¿qué piensas del modelo webcomic to print?
Bueno, es un modelo difícil de sostener con cómics tradicionales. Creo que funciona mejor con las historias cortas y semanales, las cuales pueden ser apoyadas por anuncios publicitarios y después por alguna campaña de recaudación de fondos que permita imprimirlas por poco dinero. Para cómics con una narrativa más extensa creo que se requiere de un modelo que involucre simultáneamente la plataforma digital y la impresa, en dos lenguajes o más.
Estoy a favor de los cómics digitales, pues desde hace veinte años estos se colorean en computadora, por lo que leerlos en tu iPad o PC te permite ver el resultado más cercano posible al que planeó el colorista. Particularmente lo encuentro muy satisfactorio cuando uso Comixology.
En cuanto a los cómics impresos, creo que nunca van a desaparecer, pues hay algo especial en dar vuelta a la portada de tu cómic y sentarte bajo a un árbol a leer tu historieta favorita hasta que se deshaga. Creo que hay espacio para ambos formatos. Espero que con Strongman, mi proyecto autoral de cómic, podamos hacerlo de forma simultánea en inglés y español, y que si tenemos éxito, intentemos publicarlo en portugués, italiano y todos los idiomas que se puedan, pues creemos mucho en el cómic como un medio global. Probablemente las audiencias hispanoparlantes sean las líderes en la globalización de los cómics americanos, por lo cual queremos trabajar seriamente en eso.
Te podría interesar
+El extraño caso de… Vid y La Muerte de Superman
+Una entrevista existencial con Buba
+Arthur Suydam: Una entrevista zombie
Trackbacks/Pingbacks