La Comicteca: Black Badge, de Kindt y Jenkins

Por Alberto Calvo

 

Los boy scouts o niños exploradores son una de esas organizaciones que tienden a ser ridiculizadas tanto como alguna vez fueron respetadas, y no es fácil entender por qué. ¿Quién más se preocupa porque los niños aprendan habilidades útiles en la vida diaria? Su eslogan es “Siempre preparados”, y cuando has ganado todas las insignias, ¿qué más te falta por lograr? ¿Qué tal aprender sobre sabotaje, demoliciones y asesinatos?

 

Al menos ése es el caso con las tropas de scouts que forman Black Badge, una rama ultrasecreta del gobierno de los Estados Unidos que recluta a los mejores y más brillantes miembros de los scouts del país para participar en operaciones encubiertas. ¿Por qué usar adolescentes como espías? Como lo explica uno de sus oficiales superiores: porque su juventud los hace invisibles, nadie espera su nivel de astucia, y el cinismo aún no invade sus corazones.

El guion es obra del aclamado y premiado escritor Matt Kindt (Mind MGMT, Dept. H), en tanto que el dibujo corre por cuenta de su frecuente colaborador Tyler Jenkins (Peter Panzerfaust, Grass Kings), quien una vez más hace equipo en el arte con su esposa colorista, Hillary Jenkins, en una serie de doce números que fue publicada por BOOM! Studios entre 2018 y 2019.

 

La historia sigue a una tropa de cuatro scouts formada por Kenny, Cliff, Mitzi y Willy. Éste último es la más reciente adición al equipo luego de que en una misión anterior perdieron a Jimmy, su compañero anterior. Su primera misión los lleva a Corea del Norte con el objetivo de localizar una casa de seguridad y reportar su ubicación, pero poco después descubren que el plan no era rescatar a alguien recluido ahí, como les hicieron creer en un principio.

 

Antes de que puedan asimilar lo ocurrido, deben viajar por tren a Siberia para liberar a alguien de una prisión en medio de la nada, y en el camino tienen un incómodo encuentro con su contraparte canadiense. Sin tiempo para descansar o reflexionar sobre lo que hacen, son enviados a Pakistán, donde su misión es ayudar a un espía a cruzar la frontera, y ahí encuentran evidencia de que Jimmy podría estar vivo y de que los están manipulando para realizar misiones distintas a lo que creían…

El tema del espionaje no es nuevo en la obra de Kindt, quien a lo largo de los años ha escrito varias series de espías y agentes secretos, pero la idea de usar adolescentes como protagonistas le permite añadir nuevos elementos a su caja de juguetes, y es evidente que se divierte con ellos. A pesar de recurrir a algunos clichés propios del género (conspiraciones, intrigas y mentiras que generan desconfianza hacia sus superiores), las relaciones entre personajes mantienen la historia fresca y entretenida.

 

Como el chico nuevo en el equipo, Willy hace todo lo posible por ganarse la confianza de los demás para ser aceptado, y eso lo convierte también en el sustituto del lector dentro de la historia (otro cliché) para ayudarnos a entender poco a poco el extraño mundo de los Black Badges. A través de él y conforme avanza la serie, descubrimos que todos los miembros de su tropa tienen un pasado sombrío y secretos que no comparten con nadie, ni siquiera con sus compañeros y supuestos mejores amigos.

 

La historia añade además elementos de crítica social y rebeldía adolescente, pues más allá de los tradicionales problemas que implica dejar atrás la infancia de camino a convertirse en adultos, hay ecos de la idea de que el mundo está roto y como los adultos no parecen hacer nada al respecto, toca a los jóvenes asumir las riendas y empezar a trabajar para cambiar las cosas.

El arte de Tyler Jenkins suele dividir opiniones, pues tiene un trazo suelto y un tanto tosco, que resulta en una extraña mezcla de simpleza y suciedad, que más allá de las preferencias estéticas de cada quien le sienta muy bien al tono que Matt Kindt imprime en sus historias. No hay muchos detalles en el dibujo más allá de lo esencial, pero la clara narrativa visual es fundamental para seguir la acción y disfrutar la lectura.

 

El trabajo de Hillary Jenkins en el color es otra parte esencial del cómic, pues el uso de acuarelas, bastante inusual en la mayoría de los cómics, resulta en una paleta apagada sin que esto signifique que el cómic sea oscuro o le falte vida. El recurso de usar tonos de un mismo color en las secuencias de flashbacks es otro detalle estético que, además de dar al título una apariencia distintiva, ayuda a que la lectura sea clara pues evita confusiones por los saltos en tiempos.

 

BOOM! recopiló la serie en tres tomos de pasta dura aparecidos entre 2019 y 2020, y aunque el primero ya no es tan fácil de conseguir, están disponibles a través de varias tiendas en línea. Es probable que pronto haya una nueva edición, pues existen rumores, aparentemente confirmados de forma accidental por el propio Kindt, de que pronto podría darse el anuncio oficial de una adaptación a la pantalla, quizás como parte del trato entre Netflix y BOOM!

En resumen, Black Badge es una entretenida historia de espionaje en la que Matt Kindt encuentra una nueva forma de jugar con el género al tiempo que añade elementos de conciencia social y humor que resultan atractivos incluso para lectores que usualmente prefieren otra clase de historias. Recomendable para gente de casi todas las edades.

Author: Alberto Calvo

Alberto Calvo es escritor, traductor, editor y podcastero con casi 40 años leyendo cómics. Siempre ha sentido curiosidad sobre dónde y cómo se crean los cómics, pero para él lo más importante son las historias. Traduce cómics para Panini Comics México, tuitea como @albion2112, y puedes escucharlo cada semana en comicverso.org o leerlo de forma habitual en hogueradelasnecedades.blogspot.com

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