Por Alberto Calvo
Imagino que la gran mayoría de lectores de cómics en uno u otro momento de nuestras vidas hemos leído un cómic de Archie. Las dulces, anticuadas y predecibles aventuras del atolondrado pero bienintencionado pelirrojo, vértice principal del triángulo amoroso más famoso del medio son familiares para todo mundo, incluso si es sólo por referencias, y tal vez esa sea la razón por la que la aparición de Afterlife with Archie en 2013 causó tanto revuelo.
¿Una historia de horror protagonizada por Archie Andrews y sus amigos? Parecía algo impensable, pero el resultado es increíblemente bueno. Sólo piénsenlo un poco en las características que ofrece como escenario: Riverdale es un tranquilo y apacible pueblo en el corazón de los Estados Unidos, lleno de personajes inocentes. Tiene una preparatoria en la que los alumnos (bien sabemos que los adolescentes son protagonistas ideales para muchas historias del género) viven la clase de dramas sentimentales que en tiempos más inocentes eran lo que se esperaba de los chicos de su edad.
Además del triángulo sentimental que es el corazón de sus historias, los cómics de Archie tienen un poco de todo: enamoramientos no correspondidos, chaperones, atletas, nerds, snobs, brujas adolescentes, una inocente visión de la lucha de clases, etc. ¿Cómo es que a nadie se le había ocurrido liberar alguna clase de horror en ese entorno para ver cómo nace y se desenvuelve un clásico instantáneo del género?
La historia comienza la noche en que Hot Dog, el fiel perro de Jughead, el tranquilo y glotón amigo de Archie, es arrollado por un auto. Desesperado, Jug corre todo el camino que separa a Riverdale de Greendale para pedir ayuda a las únicas personas que pueden ayudar a su peludo amigo: Las Spellman. Sin embargo, llega tarde, y ni siquiera los poderes sobrenaturales de las tías de Sabrina pueden salvar a Hot Dog, por lo que el devastado Jughead vuelve a casa triste y cabizbajo.
Pero su dolor ha conmovido a Sabrina, que sin pensar en las consecuencias decide recurrir a la nigromancia, un oscuro tipo de magia prohibida, y usa el Necronomicon para devolver a Hot Dog a la vida. Al menos eso es lo que esperaba lograr, pero lo que sucede en realidad es que desata sobre Riverdale un horror inimaginable, pues como consecuencia de sus actos, el apacible pueblo se convertirá en el epicentro de un apocalipsis zombi.
La mente maestra detrás de esta historia es Roberto Aguirre-Sacasa, hoy día director creativo en jefe de Archie Comics y showrunner y escritor principal de las series de TV/streaming basadas en las propiedades de la editorial. El escritor presentó su inusual propuesta poco después de que la editorial se convirtió (junto con DC Comics) en una de las últimas en abandonar el ya obsoleto estándar de contenidos del Comic Code Authority, mecanismo de autocensura existente en los cómics desde los años cincuenta.
Aguirre-Sacasa saca jugo a todas las posibilidades que le ofrece la combinación de los clichés del género de horror con las características de Riverdale para crear una historia que se siente profundamente humana, y si alguna vez fueron lectores de Archie, casi me atrevo a garantizarles que en este cómic hallarán más de un momento que los dejará con un nudo en la garganta.
Su cómplice en la parte artística de Afterlife with Archie es el italiano Francesco Francavilla, lo que representa un acto de justicia, pues de acuerdo con el guionista, la idea para escribir este cómic nació cuando vio una portada variante que el dibujante realizó para la serie Life with Archie que simulaba el póster de una película de horror. El atmosférico trabajo de Francavilla resulta ideal para el tono de la historia, y su peculiar paleta de colores termina de redondear el efecto de que estamos leyendo una vieja película de horror que jamás existió.
Lo único que se puede decir en contra de esta serie es que su aparición es muy irregular. A la fecha se han publicado diez números y, aunque desde 2018 hay previos e incluso una portada del número 11, éste no ha aparecido todavía, por lo que la historia se mantiene inconclusa. La razón es que la agenda de Aguirre-Sacasa está cada vez más ocupada con sus múltiples compromisos para series de TV y los cómics han quedado relegados a segundo plano.
En resumen, Afterlife with Archie es un excelente cómic de horror que para los fans del género debe considerarse como un título en la categoría de imperdible. Además, tiene el extra especial que le da la ironía de que una de las razones para que Archie Comics haya cobrado fuerzas en la última década sea un cómic de horror, género que esa misma editorial estuvo a punto de destruir en la década de los cincuenta, cuando fueron los principales promotores de la creación del Comics Code Authority. Pero ésa es una historia para otro momento.