Tras dedicar la primera parte de este artículo a la fase inicial de Miller en Daredevil, toca el turno de reseñar su paso por Wolverine y Ronin, primer proyecto de autor de Miller, quien visitará México por primera vez a mediados de marzo. Lee la primera parte de este texto dando click aquí.
Wolverine: Bestia en solitario (1982)
Por Everardo Ferrer
Tras el éxito de la aparición del personaje en las páginas de X-Men, la Casa de las Ideas decidió darle una mejor oportunidad al mutante más popular de la compañía, lanzando una miniserie independiente que contaría con un verdadero equipo de ensueño, al tener a Chris Claremont en el argumento, Frank Miller en el dibujo y las tintas de Josef Rubinstein, toda una institución en la industria.
El primero de ellos era nada menos que el autor responsable de encumbrar a los Hombres-X y sus títulos como verdaderos best sellers, mientras que el segundo se convertía poco a poco en una leyenda del mundo del cómic.
Precediendo a su serie regular, esta primera aventura de Wolverine lejos de su equipo fue un importantísimo primer paso en su carrera en solitario, ya que en ella se mostraron los lazos de Logan con Japón y su amada Mariko. Narrada de forma extraordinaria, a manera de intriga internacional, Claremont mostró la participación de elementos con los que Miller estaba bien familiarizado, como la mafia japonesa y la organización La Mano (The Hand), dirigida por Shingen, padre de su amada; además de presentar a Yukio, amante y compañera perfecta para alguien como Wolverine.
Ante dos autores en plenitud, los lectores de esta miniserie todavía no podemos evitar preguntarnos: ¿Dónde terminó el trabajo de Claremont y dónde comenzó el de Miller?
Ronin: Esa obra incomprendida (1983)
Tras el éxito de Daredevil en Marvel, Miller buscó otros horizontes y publicó con DC su obra más personal hasta ese momento: Ronin. Influido fuertemente por el Lone Wolf and Cub de Koike y Kojima (para el cual después creó sus portadas), en esta miniserie de seis tomos Miller ofrece una extraordinaria mezcla de misticismo oriental y ciencia ficción occidental, un entrecruzamiento de historias de samuráis y conflictos de interés. La sencillez del estilo manga en la narración gráfica y la complejidad de la ciencia ficción más pura en la historia nos ponen frente a una obra sin precedentes en el cómic norteamericano.
Una apuesta fuerte por parte de DC, Ronin ciertamente fue una obra incomprendida en su momento. La crítica, más que nada desde el punto de vista de los creadores de cómics, la ensalzó a su nivel merecido, pero resultó un fracaso de ventas, pues el público habitual del mercado del cómic no estaba acostumbrado a trabajos de este calibre.
Ronin es una combinación de inteligencia artificial, corporaciones ambiciosas, demonios y ritos ancestrales con la disciplina de un samurái sin amo, en un relato de acción y drama que va definiendo el camino que habría de seguir Miller en la industria.
Continuará…
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