Por Elizabeth Salomón y J. David Méndez. Publicado originalmente en Comikaze #19 (febrero de 2013)
El domingo 8 de agosto de 1999 falleció Yolanda Vargas Dulché, dejando no sólo una notable herencia a su familia, sino también un innegable legado a la cultura popular latinoamericana. De su vida y obra ya hemos dado cuenta a grandes rasgos en la primera parte de esta nota, pero dejando a un lado la mera mención de los datos, profundizaremos un poco en la historia y trasfondo que hicieron de ella la personalidad que hoy conocemos y de sus historias, las más populares durante décadas.
La vida de Yolanda Vargas parece salida de un guión escrito por ella misma. Al divorciarse sus padres, el padre las dejó a ella, su madre y su hermana Elba en el desamparo económico, así que el trabajar desde tan joven como redactora y después como escritora fue una decisión más bien debida a la necesidad. Sus empleos como cantante en la radio y redactora de notas de espectáculos no le daban suficiente dinero. Fue para ganar unos pesos extra que empezó a vender sus historias de ficción, en las cuales su talento no tardó en hacerse notar.
Doña Yolanda escribía argumentos para la revista de historietas Pepín, que competía furiosamente con Chamaco, publicación de Gonzalo Herrerías, director del periódico Novedades. Alrededor de 1945, Herrerías se llevó a Yolanda a su revista pagándole el triple de lo que ganaba en Pepín. Pero ese aumento apenas ascendía a 70 pesos por semana. Reconociendo la capacidad de la escritora para generar ganancias con su pluma, José García Valseca, dueño de Pepín, respondió ofreciéndole la dirección de la revista con el fantástico sueldo de 6 mil 500 pesos mensuales de aquella época. Lo ocurrido después, la consiguiente prosperidad económica así como la salida de Yolanda y su esposo de la editorial de García Valseca, y la consecuente fundación de su propia editorial, es historia conocida.
Los títulos escritos por Yolanda Vargas Dulché son cuantiosos. Su florida imaginación se vio favorecida por su experiencia de vida para escribir cantidades inusuales de argumentos. Y es que ella no tuvo que buscar mucho en su mente para crear personajes y situaciones, pues en la vida que tuvo, azarosa y venturosa, complicada, rica en experiencias, conoció a quienes inspiraron sus historias. Algunas incluso se basan en vivencias de la misma autora, como Gabriel y Gabriela, la historia de una jovencita que se disfraza de hombre para unirse a la tripulación de un barco, y que cuando necesita presentarse como mujer, inventa una hermana gemela. La madre de Yolanda le hacía cortar el pelo casi al rape, así que entre los doce y quince años de edad, más de una vez la confundieron con un muchacho.
Es muy conocido el hecho de que nombró a su más famoso personaje, Memín Pinguín, en referencia al nombre de su entonces novio Guillermo de la Parra. La apariencia de la madre de Memín se inspiró en una de las nanas que Yolanda Vargas tuvo cuando muy pequeña. De niñas, a Yolanda y a su hermana las cambiaron de escuela frecuentemente, y así conoció a los diferentes tipos de compañeros que inspiraron a los amigos de Memín en sus historias. Con base en estos ejemplos podemos deducir que durante el tiempo que vivió en Los Ángeles con su madre y hermana, así como en su estancia en Cuba y sus viajes por el mundo (ya casada con Guillermo de la Parra), Yolanda Vargas vio, vivió y conoció otras tantas fuentes de inspiración.
Más allá de los argumentos
Mientras que los títulos concebidos por Yolanda Vargas eran tan populares que producían cuantiosas ventas y ganancias económicas, su esposo Guillermo de la Parra Loya fue también, además de un prolífico escritor, un hábil hombre de negocios. Tal combinación de talentos originó muchas empresas, todas derivadas del gran éxito de la primera: Editorial Argumentos (EDAR). Con las utilidades adquirieron su residencia en el Pedregal de San Ángel y un edificio de 16 pisos para alojar las oficinas de sus siguientes empresas (una productora cinematográfica, una constructora y la cadena de hoteles Krystal).
Por si esto fuera poco, un editor indonesio se asoció con los De la Parra para editar en su país las historietas de Yolanda Vargas Dulché. Tuvieron tanto éxito que repitieron la estrategia comercial en Filipinas, Japón, China, Italia, Colombia y Estados Unidos. En la China comunista, donde gustaron mucho las películas e historietas de Doña Yolanda, no había forma de pagar las regalías en divisas, así que los enormes pagos se hacían en especie, con productos alimenticios, sedas, porcelanas, marfiles, etcétera. Para convertir en dinero esos productos, la pareja abrió una cadena de tiendas de artículos chinos en Estados Unidos y Europa. A toda esta línea comercial con China se le llamó Operación Asia.
Vargas Dulché fue en su momento una de las mujeres más leídas en el país, comparándose solo con la española Corín Tellado, la escritora más leída en lengua castellana después de Cervantes. Sus historias han recorrido el mundo. Los datos al respecto son escasos, pero podemos aventurar algunas cifras. Ha sido leída en al menos veinte países de Europa, América y Asia; sus historietas, así como las películas y telenovelas basadas en ellas se han traducido a cerca de diez idiomas y la lectura de Memín Pinguín llegó a establecerse como obligatoria en las escuelas de Filipinas por el Ministerio de Educación de dicho país.
Para resumir el legado cultural de tan vasta obra quizá sean suficientes las palabras que Gerardo Estrada, curador de la muestra Yolanda Vargas Dulché, contadora de historias (2012) pronunció en la inauguración de la misma:
No simplemente fue una contadora de historias y gran escritora de telenovelas, sino que a la larga influyó en la historia, la indumentaria e incluso en los nombres (…) generó propuestas, pero sobre todo modificó el arte popular.
Sobre Elizabeth Salomón
Tras la insistencia del coeditor de Comikaze, salió de su cómoda posición de correctora de estilo y accedió a colaborar con el, proyecto. Se alegra de que el haber estudiado Literatura Clásica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM le ayudara a escribir artículos sobre historietas, aunque su primer amor siempre será la televisión, especialmente las sitcoms, los talkshows y la animación.
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