Por Elizabeth Salomón y J. David Méndez. Publicado originalmente en Comikaze #18 (octubre de 2012)
Apodada La reina de la historieta, Yolanda Vargas Dulché puede incluso ser considerada la madre de la idiosincrasia mexicana, al menos la de ciertas generaciones.
Nacida el 18 de julio de 1926, si bien dedicó la mayor parte de su vida a su vocación de escritora, crear historias no fue su única ni su primera forma de ganarse la vida, sin embargo fue el área en la que más trascendió. Doña Yolanda, autodidacta en las letras, no sólo escribió historieta.
Comenzó su carrera de escritora en 1941, publicando cuentos cortos en el periódico El Universal y como reportera de espectáculos en el periódico Esto, en 1943. Desde ese mismo año escribió argumentos para las historietas Chamaco chico, de Novedades, y Pepín, de la cadena García Valseca, de la que se separó en 1957 para crear su propio sello: Editorial Argumentos (EDAR), donde fueron publicados varios de sus títulos más exitosos. También escribió obras de teatro, así como argumentos para cine y televisión, además de adaptar varias de sus obras a esos mismos medios.
Creadora prolífica, también ha sido una de las escritoras más leídas en México, precisamente a través de sus historietas, pues las variadas obras que publicó en la revista Lágrimas, risas y amor llegaron a millones de lectores en México y Sudamérica, gracias a sus enormes tirajes de varios cientos de miles semanales. Entre los títulos más conocidos de la autora se encuentran María Isabel, Yesenia, Ladronzuela, Rubí, El pecado de Oyuki, Gabriel y Gabriela, así como el famoso Memín Pinguín.
Proveniente de una familia de economía modesta y con problemas de desintegración, al principio de su vida Yolanda Vargas luchó y trabajó por su sostenimiento. Ya casada, ella y su esposo, Guillermo de la Parra, amasaron poco a poco una buena cantidad de dinero que le permitió a su familia vivir desahogadamente, así como emprender gran cantidad de negocios. Esta convicción en el trabajo duro, el esfuerzo, la paciencia y la honestidad se ven reflejadas en sus historias, de corte moralista y exaltadoras de valores. De hecho, su carácter y creencias son visibles en las historias que narraba.
En una charla con Paco Jiménez, ex director editorial de Grupo Editorial Vid, quien trabajó con ella poco más de tres años, nos comentó que Vargas Dulché fue una mujer luchona, trabajadora, constante, siempre al pendiente de su editorial y de sus creaciones. Incluso cuando se realizaron las diversas adaptaciones de sus obras a medios electrónicos (radio, televisión y cine), ella procuraba participar en las producciones, teniendo derecho de opinión y pudiendo cambiar las cosas hacia la visión que tenía.
En su obra es muy obvia la influencia que recibe del cine nacional de la época de oro. Algunas de las descripciones que hace de situaciones y actitudes de los personajes, el modelo de belleza femenina y masculina que presenta, el dramatismo en los diálogos, e incluso algunas de las escenas y secuencias en las páginas de los cómics que escribía, nos remiten claramente a las películas clásicas de la década de los 40.
Sin embargo, a pesar de esa influencia en los ambientes de sus historias y en su forma de narrar, el perfil de sus personajes presenta una clara ruptura con los patrones de aquellos años, al representar personas más similares a las contemporáneas de la autora.
Tal fenómeno es comprensible cuando nos enteramos de que los personajes que pueblan sus historias están basados en personas reales que doña Yolanda conoció a lo largo de su vida, en el tránsito de la pobreza a la posición económicamente acomodada; de la colonia Guerrero al Pedregal.
Algo que caracterizó las historias de Vargas Dulché es que la mayoría de la veces sus protagonistas eran mujeres de toda clase social, condición económica, físico o motivación en la vida. Ella puso a las mujeres en el rol que no habían tenido hasta entonces y que no han abandonado aún.
Es decir, si alguna vez el lector se pregunta por qué las comedias que ve su mamá o su abuelita en televisión siempre tratan sobre mujeres y sus dramas, debe saber que es por la influencia de doña Yolanda. Más aún, actualmente no podemos concebir la cultura popular mexicana y a la televisión como producto de esa cultura, sin la influencia de la obra de Yolanda Vargas.
Creadora de las telenovelas como las conocemos hoy en día y continuadora, así como innovadora, de una larga tradición en lo que a cine se refiere, la propia escritora encarnaba la clase de persona, la clase de mujer, de la cual escribió: rebelde, de empuje, que lucha por conseguir sus ideales. En su época más atareada, fungió a la vez como escritora, empresaria, madre, esposa y personaje público. Al avanzar en edad decidió reducir el tiempo que pasaba trabajando fuera de casa y visitar menos su editorial, así como prefirió llevar un modo de vida más relajado; sin embargo, nunca dejó de escribir.
Yolanda Vargas Dulché falleció el 8 de agosto de 1999, dejando el amplio legado de sus numerosas obras narrativas y dramáticas, mismo que ha probado ser tan inmortal como el nombre de su artífice.
Continúa en https://comikaze.net/yolanda-vargas-dulche-parte-2/
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Sobre Elizabeth Salomón
Tras la insistencia del coeditor de Comikaze, salió de su cómoda posición de correctora de estilo y accedió a colaborar con el, proyecto. Se alegra de que el haber estudiado Literatura Clásica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM le ayudara a escribir artículos sobre historietas, aunque su primer amor siempre será la televisión, especialmente las sitcoms, los talkshows y la animación.
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