Por José David Méndez. Publicado originalmente en Comikaze #26 (diciembre 2014)
La década de los 80 fue un parteaguas en diversos aspectos culturales en nuestro país, y en la música se manifestó con la apertura a la llegada de artistas extranjeros, de entre los cuales sobresalió el grupo infantil Parchís. Originario de Barcelona, España, fue formado en 1979 por la compañía Discos Belter, que buscaba consolidar su posición en aquella nación al captar al importante mercado infantil. Integrado por Tino, Yola, Gemma, David y Frank, y con un nombre inspirado en el popular juego de mesa conocido en nuestro país como Parkase, Parchís hizo de México una parada acostumbrada durante sus giras a partir de 1980, gozando de gran éxito.
Enrique y Pablo Flores se acercaron a los manejadores del grupo y a Ignacio Janer Valenti, de Acapulco Music, para proponerles la publicación de una historieta que contara las aventuras de los integrantes del grupo. En aquel entonces, Óscar González Guerrero era el director artístico de Ejea, y propuso a su hijo, quién ya había realizado trabajos en varios proyectos de Editormex (como contraportadas en Las Aventuras de Capulina), para encargarse del arte. Así, Óscar González Loyo realizó pruebas para el proyecto y asumió la responsabilidad del diseño de personajes antes de convertirse en el dibujante de la serie.
El 29 de abril de 1982 vio la luz el primer número de Las Aventuras de Parchís, destacándose por su formato, pues en aquel tiempo predominaban en los puestos de periódicos las publicaciones de Editorial Novaro con sus tres tamaños: colibrí, águila y avestruz.
La naciente Editorial Proyección optó por lanzar el nuevo título en tamaño elefante (27 x 18 cm), que era un poco más grande que el mayor de los de Novaro. Conservó ese tamaño por 20 números, reduciéndose a 23.5 x 16.5 cms, y a partir del número 109 se redujo otra vez, ahora a 20 x 13.5 cms, formato que mantuvo hasta su conclusión con el número 138. Según el propio González Loyo, esto se debió a los costos y problemas que hubo en ese tiempo para conseguir papel.
Casi toda la serie fue dibujada por González Loyo y coloreada por María Esther Loyo, mientras que los argumentos fueron obra de Magda Morán, Alfonso Samaniego, Ulises Guzmán, Ezequiel Vallejo, Luz del Carmen Alcázar, Agustín Moreno, Ángel Morales y Víctor M. Castro, entre otros.
Las historias iban desde las clásicas aventuras de niños, con travesuras y malosos, hasta viajes en el tiempo, al espacio o al fondo del mar, y otras ambientadas en el oeste, o en torno a seres mágicos e históricos, sin dejar de lado al género superheroico.
Al inicio de la serie, las aventuras estaban mayormente inspiradas en las películas del grupo (siete en total), como La Guerra de los Niños, e incluso se integraron a las viñetas personajes como Carlitos (interpretado en las cintas por Rodrigo Valdecantos), Don Matías (Manuel Alexandre) y el perro Supermán.
Una curiosa adición realizada por Loyo, contra los deseos de los editores, fue la del gato Chis Chis como mascota de Yola. Al respecto señaló: Siempre he sido promotor de los patiños en las historias, pues muchas veces son los que venden. Al principio tuve muchos problemas con Pablo Flores, quien no quería usar a las mascotas, y no las integró en los primeros argumentos. Yo añadí sus diálogos, sabiendo que él se molestaría, pero fue por el bien de la revista. Pedí permiso a los argumentistas para poner diálogos a Supermán y Chis Chis, y como yo hacía la letra, no fue difícil.
Un sello distintivo de Loyo a lo largo de su carrera ha sido la realización de personajes inspirados en gente cercana a él, como fue el caso de la banda de Los Ponchitos, amigos suyos de la universidad, a quienes convenció de dedicarse al mundo de la historieta. Los personajes estaban basados en Nicanor Peña (Destruktor), Alfonso Samaniego (Timbiriche) y Alfonso Sánchez (Katy la Oruga y La Chimoltrufia). Su padre, Óscar González Guerrero, apareció como extra en todos los números, hasta volverse personaje regular bajo la identidad de La Panza Arácnida.
Los Parchís tuvieron su propia galería de malvados, quienes les hacían la vida difícil, ya fuese en su papel de niños normales (Mala Racha, el Mago Charamusco, Oscar Kein y su banda, Los Parchados, Los Ponchitos, Maloso y La Bruja Amarga), o como los SuperParchís (Nita-Trisco, Lucas Lucatero, Cronos, Gimbor y Dekatrón, Maldina, El Profesor MedioKilo, el Niño de Cabello Verde, Marehxn, Nocob y Nucleón). Cabe mencionar que en los números de SuperParchís se puede distinguir el estilo que caracterizaría más adelante a Loyo, sobre todo en Karmatrón y los Transformables.
En toda la serie hubo sólo un número, el 90, que no realizó G. Loyo. El arte fue de un dibujante desconocido, pues los editores buscaban sacar de la serie al dibujante titular:
Mi rebeldía era por el bien de la revista. Fui de los primeros en luchar por los derechos de autor y yo era el autor gráfico de los personajes en cómic. Peleamos eso y tuvieron que aguantarme. Al final, cuando no quisieron renovar el contrato con los manejadores del grupo, pudieron darse el lujo de darme la patada, declaró Loyo.
La periodicidad de la revista era semanal y el ritmo de trabajo muy pesado. Los guiones se hacían en un día y se dibujaban en cinco. El color era realizado con lápices Prismacolor en camisas de albanene, las cuales se usaban como guía en la imprenta para la técnica de tapado que predominaba en aquel entonces. Usualmente había cuatro números de colchón para evitar retrasos.
Las Aventuras de Parchís fue una historieta pionera en el medio, pues precedió a otras publicaciones de grupos musicales, como Menudo, Timbiriche y Chamos. Si bien no fue la primera historieta sobre algún personaje famoso del medio nacional del espectáculo, pues ya existían las de Cepillín, Capulina, Los Polivoces y un largo etcétera, sí marcó la pauta para realizar historietas sobre grupos musicales de moda.
Al haber aparecido en un México cuya cultura de la historieta aún no se había pervertido, muchas de ellas superaron la centena de números. Además fue la antesala, a nivel artístico, para Óscar González Loyo y sus siguientes proyectos, pues muchos de los conceptos que plasmó en la serie del héroe robótico Karmatrón, los utilizó antes en Las Aventuras de Parchís.
*Varias de las imágenes de este artículo provienen de los sitios Emelkin.blogspot.mx y Mexicocomic.blogspot.mx
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