Por Alberto Calvo. Publicado originalmente en Comikaze #30 (mayo de 2016)
Frank Miller es una leyenda del cómic estadounidense y esa valoración proviene, en buena medida, de su trabajo en los años 80 con los héroes urbanos de las dos grandes editoriales, primero Daredevil para Marvel, y más tarde Batman para DC. Para el segundo es responsable de las dos historias que lo definieron en la Era Moderna, y es la primera de ellas la que nos ocupa en esta ocasión, a más de 30 años de su salida al mercado.
Tras su éxito en Daredevil y luego de completar la miniserie Ronin, publicada entre 1983 y 1984, Miller decidió alejarse de los reflectores y tomar un descanso. Al volver trabajó en un nuevo arco argumental para Daredevil y elaboró una propuesta, en colaboración con Steve Gerber, para relanzar Batman después de Crisis on Infinite Earths. El ambicioso plan de Miller y Gerber era redefinir a la máxima trinidad de héroes de DC en tres series que formarían una línea llamada Metropolis. Los títulos serían Amazon, escrita por Gerber; Man of Steel, coescrita por ambos, y The Dark Knight, escrita por Miller.
DC Comics pasaba por un momento difícil y su universo postcrisis tenía que ser un éxito, así que la idea de poner todos los huevos (o al menos los más importantes) en una sola canasta no resultaba una proposición atractiva. Pese al rechazo a su propuesta, Miller mantuvo una buena relación con Dick Giordano, editor en jefe de DC, con quien solía intercambiar ideas para distintos títulos y personajes.
Durante su sabático, Miller meditó sobre su propia mortalidad: estaba por cumplir 29 años, la edad de Batman, y muy pronto llegaría a los 30. ¿Cómo podía él ser más viejo que su héroe de la infancia? Eso lo llevó a preguntarse cómo enfrentaría Bruce Wayne la idea de envejecer y perder sus facultades físicas. Una idea fue tomando forma en la mente de Miller. Entonces tomó elementos de su propuesta rechazada y los trasladó a un escenario futuro, en el que un Batman viejo (otra vez mayor que él) y retirado, se veía obligado a regresar a la acción para salvar de nuevo a Gotham City. A Giordano le encantó la idea, por lo que unos meses después vio la luz Batman: The Dark Knight.
Hunt the Dark Knight
La historia abre con un Bruce Wayne de 55 años, y descubrimos que una década atrás, a la muerte de Jason Todd, el segundo Robin, abandonó la identidad de Batman para refugiarse en la vida de playboy que hasta entonces sólo había sido una fachada. La ciudad es presa de la inseguridad, pues una pandilla conocida como Los mutantes amenaza con hacerse del control total de la misma, y la policía, todavía comandada por James Gordon, se ve rebasada.
Un par de miembros de esta pandilla intenta asaltar a Wayne en el mismo callejón donde sus padres fueron asesinados, y el incidente da pie a una serie de episodios que confrontan a Bruce con su pasado y con lo que, pese a su negación, todavía lleva dentro. También representa una llamada de atención hacia el estado de la ciudad a la que abandonó y que ahora parece necesitarlo más que nunca.
El regreso de Batman a la acción no es fácil. Los años no pasan en vano, y su estado físico no es lo que solía ser. El mundo es muy distinto a aquel en que perseguía a megalómanos narcisistas y enfrentaba a coloridos villanos, y pelear contra el sistema no es algo que se pueda hacer sólo a base de fuerza. Afortunadamente tiene una ventaja sobre el implacable vigilante que alguna vez fue: es considerado una leyenda, una figura mítica que funciona igual para atemorizar a los niños que para maravillarlos con el recuento de sus proezas.
Esto lo vemos claramente a través de los ojos de Carrie Kelley, una adolescente que, tras ser salvada por Batman de Los mutantes, comienza a seguirlo, hasta ser recompensada eventualmente al convertirse en la nueva encarnación de Robin. La relación de Bruce con esta joven que lo idolatra como leyenda y lo ve como alguien que puede llenar el vacío de una figura paterna en su vida nos lleva al tema de la paternidad, que es parte integral de la mitología de Batman.
La figura del caballero oscuro nace como consecuencia de la pérdida de sus padres, con un niño huérfano, sin nadie para guiarlo pero con los recursos para financiar una cruzada personal que le permita enfrentar a sus fantasmas al tiempo que supera sus miedos, usándolos como motivación para seguir adelante con una misión imposible.
Su fiel mayordomo, Alfred, hizo lo posible para servir como figura paterna, pero la naturaleza misma de su vocación le impidió acercarse lo suficiente para lidiar de mejor manera con la mezcla de dolor y determinación del joven Bruce. Resignado a su fracaso, se limitó a tratar de ser el mejor apoyo posible en una guerra imposible de ganar. La aparición de Dick Grayson, y más tarde la de Jason Todd, representaron una esperanza, una fuente de luz en la oscura existencia de Bruce. Pero esa esperanza acabó de tajo con la muerte del segundo mientras portaba el traje de Robin.
Fallar de forma tan terrible como figura paterna fue un golpe mortal a la determinación del obsesivo vigilante, y razón suficiente para que haya decidido retirarse. La llegada de Carrie lleva a Batman a pensar que todavía puede enmendar las cosas, resolver algunos problemas en el mundo (o al menos en su ciudad) y dejar un mejor lugar a las nuevas generaciones. Pero mientras Bruce reencuentra su instinto paterno, Alfred ve otra repetición del ciclo de violencia y autodestrucción que ha presenciado antes, cerrando así otro arco de paternidad fallida.
The Dark Knight Falls
El arte es un reflejo del mundo en que fue creado, y TDKR no es la excepción. En 1986 el mundo vivía una situación complicada, pues la Guerra Fría amenazaba con dejar de serlo, y el régimen de Ronald Reagan en EU parecía estar a nada de sumir a la humanidad en la Tercera Guerra Mundial. Miller hace una dura crítica política y social, extrapolando características de ese gobierno y de la sociedad en que vivía para crear un mundo del que sólo alguien como Batman podría salvarnos.
Ese escenario de pesadilla se vuelve aún peor al revelarse que ya no hay héroes, pues se les declaró como vigilantes fuera de la ley, obligándolos a retirarse, y por si eso no fuese suficientemente malo, Superman, el primer héroe de todos, el más noble y puro, quien además era la personificación idealizada del sueño americano, es ahora una herramienta más del sistema, un arma versátil utilizada en secreto para perpetuar el status quo y forzar la paz bajo los términos y condiciones del gobierno estadounidense.
Esa clase de cambio radical en el personaje podría resultar forzado, pero Miller lo hace de una manera inteligente y sutil, ofreciendo una justificación para la decisión de Superman que también le permite explorar las diferencias ideológicas entre éste y Batman de una forma interesante, a la vez que prepara el camino para la eventual e inevitable confrontación entre ambos.
The Dark Knight Triumphant
A Miller suele identificársele con vigilantes. Héroes urbanos y pragmáticos que lidian con una oscuridad interior tan opresiva como la del mundo a su alrededor, pero se deja de lado el aspecto idealista de esos personajes. Libran una guerra que a largo plazo no pueden ganar, pero se conforman con superar una batalla a la vez. Y ese sutil idealismo en la obra de Miller alcanza su punto más alto en las páginas de The Dark Knight Returns.
El mundo es un lugar terrible y carente de esperanza. El símbolo de la libertad y la justicia ha sido corrompido y ya no sirve a los intereses de la gente común. Bajo esas condiciones, ¿qué puede ser más idealista que dos viejos vigilantes, sin poderes sobrehumanos, tratando de arreglar las cosas, aunque les cueste la vida? Oliver Queen (Green Arrow) representa en muchos aspectos el opuesto de Batman. Es impulsivo y deja que sus emociones controlen sus decisiones, pero en el fondo ambos son seres humanos con una voluntad inquebrantable y preocupados por la gente a su alrededor.
Muchos ven a TDKR como una obra cínica y depresiva, y hay quienes consideran que esta historia y Watchmen fueron responsables de generar la moda de cómics oscuros en que los héroes fueron sustituidos por vengadores y antihéroes, pero esa es una lectura muy limitada, y quien piensa así está tan equivocado como aquellos autores que creyeron emular u homenajear a Moore y Miller con sus creaciones.
Otro elemento importante en esta historia es el papel de los medios de comunicación. Los 80 vieron nacer la era de las celebridades, y se puede argumentar que fue a partir de ello que la televisión tomó fuerza como influencia sobre las masas: si lo dice la televisión debe ser cierto. Miller ve a la televisión como una amenaza potencial, una herramienta de control y manipulación, y la muestra como tal entre constantes alusiones a la censura.
Paradójicamente, una de las razones del éxito comercial de TDKR fue esa misma cultura de celebridades y la explosión de los medios de comunicación como herramienta publicitaria. Miller fue una de las primeras celebridades en el mundo del cómic, y el lanzamiento de esta obra, protagonizada por un personaje que alcanzó su más alto nivel de popularidad dos décadas atrás, también gracias a la televisión, recibió gran atención mediática, mucha de ella enfocada en las diferencias entre aquel justiciero bonachón y el oscuro vigilante de Miller.
Volviendo al tema de enfrentar las nociones de vejez y mortalidad, habría que verlo desde el punto de vista del autor. Cuando Miller se convirtió en una estrella gracias a su trabajo en Daredevil tenía apenas 22 años, y durante algún tiempo fue considerado como el nuevo joven maravilla del medio. Es comprensible que al cumplir cierta edad cuestionase la relevancia y valor de su trabajo, y alcanzar los 30 era un buen pretexto.
¿Puede alguien de más de 30 años ser relevante en la industria del cómic? Sin duda. La producción de Miller en los 15 años siguientes a la aparición de TDKR es muestra suficiente de que un autor puede seguir siendo relevante, y de que aún posee la capacidad de reinventarse.
Hoy día Miller es mayor que el Batman veterano que salió del retiro para salvar a su ciudad. Su salud está deteriorada y sus facultades son cuestionadas por muchos. Sin embargo, al igual que el viejo vigilante de Gotham, la edad no sólo le dio experiencia, sino también ese estatus de leyenda que le permite salir bien librado de situaciones que quizás su contraparte más joven no hubiese podido superar.