Pax Americana, una sobrecarga semiótica

Por Iñaki Sánchez

 

Los cómics son narraciones gráficas en secuencias yuxtapuestas, son símbolos, dibujos y palabras. Son lenguaje, y quien controla el lenguaje… controla la naturaleza. Los c+omics son el gran triunfo de la mente sobre la materia y la nada. Ver una obra de teatro, una película o escuchar una canción y reflexionarla al mismo tiempo, implica que tu atención es desconectada del arte. Comprenderlo es perdértelo. La historieta permite un control sobre el ritmo con que se lee y sobre donde se deposita el ojo, y los artistas detrás del ojo crean una sugerencia de cómo debería ser leído.

 

No hay duda de que un cómic podría ser un hechizo. De un mago se espera que controle la naturaleza, y quien controla el lenguaje del cómic puede cambiar el mundo. Eso sucedió en 1986 cuando Alan Moore, Dave Gibbons y John Higgins lanzaron la maxiserie Watchmen, una historia en 12 números, contenida en una rejilla de viñetas de tres por tres, que como un reloj marcan cada segundo hasta que en seis páginas se rompe la narrativa para mostrarnos una terrible masacre por un monstruo interdimensional.

El tono de Watchmen difiere de los cómics de la época por sus reflexiones sobre la deconstrucción del superhéroe de forma nihilista y pesimista (como el hecho de que un doctor en psicología caiga en depresión porque un vagabundo le dijo que nada tenía sentido). Esto se vio reflejado en el mundo del cómic durante mucho tiempo. A pesar de que el mundo dio las pautas para que su interpretación en los cómics se tornara violenta y negativa (edgy), Watchmen fue el estándar de calidad que se impusieron los creativos.

Pero muy pocos se pusieron a trabajar sobre su estructura narrativa, sobrecargada de símbolos y significados. Para ser una historia famosa por su pesimismo y discurso donde “nada tiene sentido”, todo lo que se encuentra en las viñetas tiene un sentido y propósito para la historia, y para ser una historia a veces llamada “realista”, no tienen cabida el caos y lo random que suele ser la vida real. Es un mecanismo perfecto de un reloj que habla sobre la imperfección.

 

Como las instrucciones para un hechizo de magia, Grant Morrison y Frank Quitely tomaron el desafío de crear en 40 páginas una historia con un complejo sistema de símbolos y una estructura que los respaldara.

Y así, utilizando a los personajes de Charlton Comics y algunos elementos de Watchmen, crearon Multiversity: Pax Americana, una historia de lo más peculiar, donde se trata el tema de la infinidad, el caos y el orden, experiencia y entropía.

La historia comienza desde la portada, un símbolo de la paz ardiendo en llamas y abajo la frase Time is the school in which we learn, time is the fire in which we burn (El tiempo es la escuela en que aprendemos, el tiempo es el fuego en el que ardemos), del poeta Delmore Schwartz. La primera página muestra el mismo símbolo y el asesinato de un presidente mostrado de adelante hacia atrás, desde su cadáver sin mandíbula sobre el auto hasta a él de pie en un desfile sonriendo y saludando, momentos antes de que le impacte la bala. En su mano tiene un anillo con un infinito, que a la vez es un 8 y a la vez un antifaz. Así somos introducidos a la entrópica narrativa de Pax Americana.

La escena inicial y la escena final son simétricas, la historia está presentada como un enigma a resolver. En las páginas que se encuentran en medio de la historia encontramos la sugerencia de un infinito en las viñetas, el paso de cautiverio a libertad con unas palomas, y una estatua del dios romano Jano, dios de las comienzos y los finales, dios de la continuación. Esta estatua son dos cabezas, que miran hacia el final y hacia el inicio del cómic.

 

Grant Morrison construye gran parte de la narrativa en esta historia sobre los ocho colores de la dinámica espiral, un modelo interdisciplinario que describe la complejización de la mente y consciencia de la humanidad, si bien este aspecto se encuentra representado de forma más clara en el personaje de The Question, mucho del coloreado del cómic tiene semejanzas con esta escala de colores.

Los dos personajes más poderosos del cómic, el Presidente Harley y Captain Atom, son las simetrías de Ozymandias y Dr. Manhattan. El poder de estos personajes viene en la comprensión del tiempo y espacio como una realidad entre realidades. En este caso comprenden el Algoritmo 8, la estructura de viñetas. Saben que están en un cómic. Como explica Captain Atom, para un ente bidimensional la vida va en una dirección, y un ser tridimensional puede revisar esa vida en todos sus tiempos, como abrir un cómic.

Para nosotros, el blanco del cómic, una página es una unidad donde conviven varios tiempos, y no es hasta que seccionamos este caos que los personajes viven en un orden. Este momento de metaficción es clave, porque no solo los personajes están entendiendo que viven en un cómic, sino que Atom cuestiona al lector al decirle Imagínate como es que tu mundo 3D aparece ante mí. En este momento el cómic está transgrediendo nuestra realidad así como nosotros transgredimos la suya al leerlo.

 

Los hechizos más fuertes o las historias más poderosas son aquellas que logran crear una relación con el lector.

Ésta es una narrativa que presenta preguntas y desafía al lector de forma constante. Watchmen termina literalmente mostrando al lector de cómics (o lo que Moore parecía entender como un lector promedio de cómics) que recibe en sus manos el diario de Rorschach, y deja a la imaginación cómo se va a solucionar ese mundo ficticio, si se revela la verdad o no.

En las páginas de Pax Americana no encontramos a ningún personaje sustituto que reaccione a su mundo para que el lector logre identificarse, por lo que para un lector desinteresado puede representar un cómic casi sin alma. Pero si logramos superar esa barrera, nos encontraremos con un cómic enigmático que cubre temas sobre la paz, la violencia y el paso del tiempo.

Cada lectura se encuentra algo diferente, así que es recomendable leerlo en el orden que les sea más placentero. Morrison podría entrar bajo el concepto de buenas ideas, malos escritores, aquellas personas para quienes la idea conductora es más grande que la claridad con la que ésta se da a conocer, algo en ocasiones confuso y frustrante, pero que invita a la interpretación, que no es más que imaginar.

 

Author: Iñaki Sánchez

Greñudo larguirucho, está convencido al ciento por ciento que es posible viajar en el tiempo si se entra al estado de gnosis sin permitir el sueño. Sabiendo que lo más real es la imaginación, se ha dedicado a volverse ficción, haciendo cómics y practicando magia del caos. Escribe esto desde el asiento de un teatro infinito, esperando a que se abra el telón para vivir una vez más.

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