Por Jorge Tovalín
¿Qué harías si tuvieras superpoderes por un tiempo limitado, digamos, una semana? ¿Los usarías para hacer el bien como tus héroes del cómic? ¿Para ayudar a tu familia? ¿Para vengarte de quienes te hacen la vida imposible? ¿O te la pasarías a lo grande, antes de regresar a lo de siempre?
Publicada originalmente en 2014 por el sello Image (y por Panini Comics México en formato de grapa y próximamente en hard cover), MPH es obra de la máquina de bestsellers comiqueros Mark Millar, quien tras saltar al estrellato del cómic con títulos como Superman: Red Son, The Ultimates o Civil War, comenzó a producir una larga serie de exitosos proyectos de autor. Entre los más sonados destacan Wanted, Kick-Ass y The Secret Service, todos ellos convertidos en filmes taquilleros.
MPH es un cómic sumamente disfrutable, en particular por el arte de Duncan Fegredo, responsable del increíble arte interior de Hellboy: The Storm y Hellboy: The Fury, dos de los últimos títulos publicados en México por Bruguera Comic Books antes de su cese de actividades.
Para su edición mexicana, y tal como suele hacer Panini Comics México, los lectores disfrutamos de esta historia en entregas que incluyeron dos números por ejemplar, lo que se agradece no sólo porque nos permite llegar al desenlace a un ritmo más veloz, sino que también corremos menos riesgos de que nuestra miniserie favorita sea cancelada, en caso de no contar con buenas ventas, como puede suceder con títulos de duración indefinida.
¿Y de qué va MPH?
Al igual que en The Secret Service, Millar cuenta con un protagonista que pertenece a un estrato social bajo, con poca educación y altas probabilidades de pasar la vida tras las rejas. La diferencia en MPH es que el personaje central y sus amigos viven en Detroit, una de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos y también una de las más golpeadas por la crisis económica de hace algunos años.
El cómic inicia con una breve escena ambientada en 1986, en la que se muestra el arresto del señor Springfield, un misterioso hombre incapaz de controlar su descomunal velocidad, producida por un fármaco etiquetado con las siglas MPH (una alusión a la unidad miles per hour / millas por hora). De ahí el cómic da un salto a 2014, para situarnos en Detroit.
Ahí conocemos a Roscoe Rodríguez, un dealer de bajo nivel y muchas aspiraciones, quien es aprehendido en un operativo policiaco y condenado a cinco años en prisión. Es entonces que, en uno de sus primeros días tras las rejas, se topa ¿casualmente? con un frasco de MPH. Creyendo que se trata de algún medicamento controlado que puede dejarlo escapar de la realidad por un rato, ingiere una pastilla tras lo que experimenta un extraño ataque. Segundos después vuelve en sí, para darse cuenta de que puede moverse a supervelocidad.
Roscoe usa esta ventaja para cambiar su desafortunada vida, vengarse de su antiguo jefe y pasarla brutal con su novia y su mejor amigo, con quienes comparte el secreto de la droga milagrosa. Sin embargo, esto no pasa desapercibido por el gobierno, quien durante casi treinta años ha mantenido en reclusión al último hombre que había conocido los efectos de estas píldoras.
De esta forma, y de acuerdo con Mark Millar, MPH nos habla sobre el empoderamiento de los más débiles y sobre las posibilidades que nos otorgaría el contar, aunque sea por un breve tiempo, con superpoderes (las pastillas del frasco tienen un efecto de 24 horas).
A todas luces, la historia creada por Millar e ilustrada por Fegredo está armada con la intención de convertirse en una película o miniserie, así que antes de que eso pase, te recomendamos aprovechar el próximo lanzamiento del tomo en pasta dura (con traducción de Alberto Calvo, coeditor de Comikaze y coanfitrión de los podcasts de Comikaze y Comicverso) para disfrutar de esta aventura muy ligera, pero muy humana.