Por Fernando Zertuche
“If you liked being a teenager, there’s something really wrong with you.”
-Stephen King
Cuando Joe Hill decidió ser escritor, tenía un serio problema que resolvió con elegancia. ¿Cuál era el problema? Su género predilecto es el terror y su padre es Stephen King. Quería sobresalir por su propios méritos en un campo en donde su padre es un monstruo, prácticamente una marca registrada, ¿Qué hacer? La primera parte de la solución fue fácil: empleó el viejo recurso del seudónimo y Joseph Hillström King empezó a firmar como Joe Hill. La segunda fue mucho más interesante: incursionar en un territorio donde su padre no tenía banderas o conquistas significativas: el cómic.
Hill ha declarado que su primer amor como lector, al igual que para muchos de nosotros, fueron los cómics, entre ellos los tristemente célebres cómics de horror de la EC, y ya mayor le encantaron los de Neil Gaiman, en especial The Sandman. Así que hace quince años, mientras platicaba con los editores de IDW, propuso la idea de publicar un título original, una amalgama de fantasía con horror cósmico, y les planteó que publicaran Locke & Key.
El cocreador de la serie es Gabriel Rodríguez, un artista chileno con educación en arquitectura, quien encontró aquí su oportunidad dorada en la escena del comic. Rodríguez hizo un excelente trabajo en que se nota su entrenamiento artístico. Sus fondos, escenografías y construcciones son verdaderamente destacados, pero los personajes no tanto, pues parecía que sólo manejaba tres estructuras faciales distintas. Sin embargo, es justo reconocer su evolución entre el primero y los últimos números de la serie.
Locke & Key inició su publicación en febrero de 2008 bajo el modelo de miniserie anual con arcos narrativos completos. Francamente parecería que siempre tuvieron en mente la eventual adaptación de su obra (misma que, tras de un tortuoso camino, lograron por fin en 2020 con Netflix), pues está estructurado como una serie televisiva. Dada la existencia de la serie, no arruinaré aquí la experiencia con spoilers pero sí quiero hablar de la temática subyacente del relato.
El primer arco, Welcome to Lovecraft (para que no cupiera duda alguna), nos presenta a la familia Locke y nos enfrenta rápidamente con una tragedia: la muerte por asesinato del padre y la subsecuente mudanza forzosa de la familia a la mansión ancestral, Keyhouse, que es el centro físico, cósmico y metafórico de la historia. Keyhouse es además el repositorio de una serie de llaves con diversas propiedades mágicas que permiten a los personajes adquirir habilidades extraordinarias, y son el hilo conductor del relato.
Los personajes protagónicos son los tres hermanos Locke: Tyler, Kinsey, y Bode, dos adolescentes y un niño, en tanto que los secundarios son el resto de su familia y sus allegados. Y por supuesto no puede faltar el antagonista, encarnado en Lucas Dodge Caravaggio, un joven cuyo espíritu fue poseído por un horror cósmico emanado del portal interdimensional que se encuentra en las grutas debajo de la casa.
La historia, no lineal, transcurre en tres tiempos. Uno es el siglo XVIII, durante la revolución de independencia norteamericana, que muestra el origen de las llaves y el descubrimiento del portal. Otro es en el siglo XX, durante la adolescencia de Rendell, el padre de los Locke, que es también cuando se da la posesión de Dodge Caravaggio. Finalmente, el grueso de la narración transcurre en el siglo XXI con los hermanos Locke.
La eterna lucha entre el bien y el mal está presente, pero para mí ésta es una historia de transformación, de coming of age, del tránsito entre la adolescencia y la adultez de los dos hermanos Locke y de su padre, pero también sobre la transformación vía la pérdida de la inocencia que sufren, en distintos tiempos, Bode Locke y su tío Duncan, y en cierta forma también la de la madre, Nina Locke, durante la batalla contra sus demonios y adicciones.
Llaves y puertas son el vehículo utilizado por Hill para hablar permanentemente de transformaciones de todo tipo, así como para llegar de forma directa y literal a la psique y corazón de sus personajes. Como es natural, todas ellas representan un precio que pagar para llegar al otro lado, pero tal vez el más triste de todos es la pérdida de la capacidad para ver la maravillosa magia que inunda Keyhouse, mismo que se da al convertirse en adulto.
El marco de historia de horror, que en ocasiones es casi un slasher, representa los temores, muertes y pérdidas requeridos por necesidad para una metamorfosis profunda. Todo se convierte en un gran rito iniciático, un ritual de pasaje entre diversos estados físicos y psicológicos, y creo que Locke & Key también permitió a su autor una gran transformación, la cual le concedió una voz propia que al fin lo rescató de la sombra de su herencia y apellido.
En 2013 se publicó el último número del arco final de Locke & Key, Alpha & Omega. La serie comprende además un par de stand-alones previos, y algunos otros especiales posteriores que han sido recogidos en diversos tomos recopilatorios y múltiples ediciones especiales. El punto es que la historia permanece tan vigente y relevante como hace poco más de una década. Con ella Hill encontró en el cómic un terreno en donde se desempeña con la excelencia de un maestro.
Mi recomendación es que lean el cómic antes de ver la serie de Netflix, pues en verdad se trata de una obra sobresaliente. Yo por lo pronto me quedo sólo con la lectura.