Por Alberto Calvo
El nivel de calidad que caracteriza desde hace varios años al trabajo del escritor y dibujante Jeff Lemire (Sweet Tooth, Animal Man, Descender, Black Hammer) hace que cada nueva historia que publica, ya sea por su cuenta o en colaboración con alguien más, merezca al menos echarle un vistazo. Si además hace equipo con un artista tan talentoso como Gabriel Hernández Walta (Magneto, The Vision), como en este caso, y lo hace para contar una historia de ciencia ficción en un formato finito, es un hecho que lo voy a leer. Y en el caso de Sentient, me complace compartir que el resultado estuvo a la altura de mis expectativas.
El USS Montgomery es una nave espacial que transporta a un grupo de futuros habitantes de una colonia humana en un planeta lejano. La Tierra, tras años de abuso ambiental y conflictos sociales y políticos, está al borde del colapso, y al gobierno mundial se le agota el tiempo para realizar las maniobras que completen el éxodo de la humanidad hacia las estrellas. Y el enfrentar brotes de rebelión tanto en la Tierra como en la colonia no va a hacer las cosas más fáciles, lo que se traduce en un comprensible estado de tensión a bordo de la nave.
Otro detalle importante es que se trata de una avanzada de colonización de segunda etapa, donde además de profesionales y especialistas a quienes ya espera un trabajo en la colonia, viajan sus hijos, un grupo de niños que oscilan entre los cinco y los doce años de edad. Al entrar a una zona de alta interferencia que los deja incomunicados tanto con la Tierra como con la colonia, un atentado resulta en tragedia, y de repente los niños se encuentran como los únicos tripulantes del USS Montgomery.
El último acto de la tripulación adulta fue conceder autonomía a Valarie, la inteligencia artificial a cargo de controlar la mayoría de los sistemas de la nave, lo que la deja en la complicada situación de tener que fungir como figura materna para los nuevos huérfanos, a quienes debe además enseñar a realizar las tareas básicas de mantenimiento para las que requiere asistencia humana. Con algunos pequeños incapaces de valerse por si mismo, y un par de preadolescentes rebeldes, la tarea no será sencilla.
Sobre todo una vez que descubran que no están tan solos en el espacio como creían…
Es casi un sello de la casa que los niños en las historias de Lemire sean lanzados al abismo y se vean forzados a madurar antes de lo que sería ideal ante su complicada situación, pero creo que incluso con esos antecedentes ésta es la historia en que el popular autor canadiense ha puesto en condiciones más precarias a sus jóvenes protagonistas. La historia, en términos de trama, resulta bastante sencilla, y contiene varios elementos que podrían ser considerados como clichés del género, pero está tan bien realizada que no hay forma de quejarse.
El arte de Gabriel Walta resulta un complemento ideal para el tono de la historia tejida por Lemire, pues el detallado trazo del artista español en los fondos de la nave ayuda a crear un entorno tan opresivo y desolador a su interior que por momentos resulta imposible no pensar en algunos clásicos del género en otro medio, como pueden ser Alien o 2001: A Space Odyssey. En esta ocasión él mismo se encarga del color en la historia, y los apagados tonos cargados de ocre refuerzan la opresiva atmósfera en que se desarrolla la historia, creando un marcado contraste con las brillante pantallas utilizadas por Valarie para comunicarse con los humanos.
Ante la tragedia, Valarie tiene que lidiar con un rito de maduración no muy distinto al de los niños. El trabajo de caracterización es bastante contenido pero resulta eficiente, dotando de ciertos rasgos de personalidad a algunos de los niños más grandes, lo que ayuda a impulsar el conflicto principal de la historia, pero sin duda el trabajo realizado con Valarie es el más completo y sirve además para explorar uno de los temas favoritos de Lemire: explorar qué es lo que define la humanidad de un individuo, sea biológico o no.
De hecho, el título de la serie hace referencia justo a la conciencia de la nave. Sentient fue publicada en el otoño de 2019 por TKO Productions, una empresa bastante joven que se caracteriza por su peculiar modelo de negocios, pues no sólo se distribuyen de forma directa, sin usar a Diamond u otra empresa como intermediario para llevar su producto a las tiendas, sino que además liberan el material de forma inusual.
Todos sus lanzamientos se dan simultáneamente en tres formatos: un tomo recopilatorio con la historia completa, una edición digital de la misma o, para aquellos que aún prefieren el tradicional formato de cómics “de grapa”, una caja que contiene la miniserie completa, en este caso de seis números, en una sola entrega.
La miniserie fue nominada este año al premio Eisner (la entrega de este galardón se llevará a cabo dentro de diez días) en la categoría de mejor miniserie, y sin duda se trata de una de las obras más interesantes aparecidas en el mercado estadounidense en los últimos meses.
Si ya están familiarizados coon el trabajo de Lemire, ya tienen una idea del nivel de calidad de su trabajo, y si no es así pero son aficionados a la ciencia ficción, ésta puede ser una buena oportunidad para conocer un poco de su obra. Lectura bastante recomendada.