Por Alberto Calvo
Invierno de 1816, Ginebra, Suiza. Todos conocemos la anécdota de como Mary Wollstonecraft, su entonces prometido Percy Bysshe Shelley, sus dos medias hermanas Fanny y Claire y el aristócrata poeta Lord Byron, aburridos del encierro obligado por el crudo invierno europeo, se retaron a escribir la historia más espeluznante que fuera posible, y Mary inventó la ciencia ficción con su inmortal novela El Moderno Prometeo, mejor conocida como Frankenstein.
Pero en Mary Shelley: Monster Hunter, una peculiar miniserie publicada en 2019 por Aftershock Comics, los escritores Adam Glass y Olivia Cuartero-Briggs, en colaboración con el artista Hayden Sherman y el rotulista Sal Cipriano presentan una nueva interpretación de la historia detrás de la impactante e innovadora novela de Mary W. Shelley, una que además ofrece una posible respuesta a aquellos que se preguntan cómo pudo una joven de diecinueve años imaginar semejantes horrores.
La historia parte en Londres en el presente, cuando la encargada de la que fuese la última morada de Shelley encuentra por accidente el diario secreto de la autora, donde ofrece un recuento de lo ocurrido en aquel aciago invierno y los horrores que le siguieron luego de que el grupo de amigos y escritores perdió su alojamiento original pero encontró refugio en la misteriosa y siniestra mansión de los Frankenstein, a las afueras de Ginebra.
Debo mencionar que la trama se cuece a fuego lento, pues la primera mitad de la serie explora las relaciones entre el peculiar grupo de amigos, y ofrece un retrato del famoso grupo de liberales y del rechazo sufrido a causa de su desparpajado estilo de vida, el cual escandalizaba a la conservadora sociedad de la época. También hace hincapié en la ideología feminista que caracterizó a Mary y sus hermanas pese a que contaban con el apoyo de sólo unas contadas amistades.
El buen manejo de esos elementos me lleva a pensar que además de una historia de horror, Mary Shelley: Monster Hunter merece ser considerada como ficción histórica, pues entrelaza detalles de la vida de Shelley y sus allegados con algunos de los pasajes y elementos más conocidos de su épica novela, y lo hace con una naturalidad que lo deja a uno preguntándose cómo es que nadie lo había hecho antes.
Aunque Adam Glass tiene ya algunos años trabajando en cómics, tanto para Marvel y DC Comics como en proyectos propios, varios de ellos también publicados por Aftershock, sus mayores éxitos se han dado en el mundo de la televisión como parte del equipo de escritores de series tan exitosas como Supernatural, Cold Case y Criminal Minds, y en este caso hace equipo con Olivia Cuartero-Briggs, otra escritora de TV, para dar forma a esta historia.
El arte de Hayden Sherman (Cold War, The Few, Wasted Space) puede resultar inusual para quienes no estén familiarizados con su trabajo, pero su trazo suelto y fluido, sumado a un efectivo uso del color para crear atmósferas, le sienta a la perfección a la historia y bastan unas páginas para aceptarlo con gusto. No es fácil describir su estilo, pero la primera vez que lo vi me hizo pensar en bocetos arquitectónicos por la economía de trazos que por momentos llega a rayar en el minimalismo.
Cuando me enteré de la premisa de esta serie tomé nota de ella, porque la idea de mezclar el clásico de ciencia ficción y horror gótico con un poco de ficción histórica es algo que apela a varios de mis intereses, aunque me tomó varios meses poder ponerle las manos encima al volumen que recopila los cinco números de la serie. Pero debo decir que la espera valió la pena y el resultado me dejó aún más satisfecho de lo que anticipaba.
Como mencioné antes, la historia se toma su tiempo antes de desatar todo el potencial de su premisa, pero eso no me parece un negativo, pues los primeros dos capítulos están dedicados a construir la personalidad de Mary antes de incorporar los elementos de su obra, y me parece importante que haya sido así, pues de otro modo esta serie no pasaría de ser una simple curiosidad para fans de la literatura.
Esto permite que la historia trascienda algunos elementos narrativos que con el tiempo se han convertido en tropos del género: el científico loco que juega a ser dios y la perversión de la ciencia en busca de las egoístas metas personales de los científicos participantes. También destaco el manejo de temas que pudieran resultar delicados, como el feminismo o el patriarcado, que se convierten en el motor tras los impulsos revolucionarios de sus protagonistas.
No quiero contar más detalles de la trama, pues arruinaría algunas de las sorpresas más interesantes de la serie, pero baste con decir que, aunque recibimos una conclusión que cierra los arcos de la historia, ésta deja abiertas suficientes interrogantes como para esperar que los autores decidan visitar una vez más este mundo y ofrecernos nuevas aventuras en el interesante universo que han creado. La recomiendo ampliamente.