Por Jorge Tovalín
Producida y dirigida por Todd Phillips, responsable de cintas humorísticas como Old School, la muy malita Due Date y la taquillera trilogía de The Hangover, Joker (o Guasón, como se le tituló en México) es la historia de miseria y mala suerte de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un tipo con problemas mentales, medicado, quien intenta abrirse paso, sin mucha gracia, en la escena de la comedia a inicios de los 80.
Afectado por ataques de risa, que parecen presentarse en momentos de ansiedad (una interesante explicación para el origen de este elemento clásico del personaje), Fleck es una buena persona, trabajadora, un hijo preocupado por su madre, exempleada del filántropo Thomas Wayne, quien espera pacientemente un apoyo económico del reconocido empresario para salir adelante.
La única luz en la vida de Fleck es Sophie Dumond, una linda vecina del cochambroso edificio de apartamentos en el que vive, interpretada por Zazie Beetz (Domino en Deadpool 2), quien le da sentido a su deprimente y monótona vida, caracterizada por humillaciones, ya sea en su desabrida carrera como payaso, o como resultado de su poca pericia como standupero. Una revelación sobre su ausente padre lleva a Fleck a investigar sobre su pasado, sólo para toparse con más verdades incómodas y ocultas.
A esto se suma al cierre del programa social que le brinda a Fleck sus terapias psicológicas y medicamentos, lo que deja al personaje en la zozobra y en la cúspide de la pendiente que lo arrojará en una espiral descendiente sin retorno. Este grave error gubernamental será el que desencadene el nacimiento del terrible villano.
Extremadamente delgado, pero sin llegar a los extremos de Christian Bale en The Machinist, el tremendo Phoenix va mutando de un inseguro y algo afeminado Arthur Fleck al peligroso, confiado e impredecible Joker, apodo con el que se presenta por primera vez ante las cámaras de televisión, como invitado del pagadísimo de sí mismo Murray Franklin (Robert DeNiro), conductor del show nocturno estelar en Ciudad Gótica.
Cruda, violenta, con ligeros y provocativos coqueteos al universo de Batman (todos ellos visibles en el trailer), Guasón se sostiene bien sin la presencia del Hombre Murciélago. Para los lectores de cómics será inevitable pensar un momento en la novela gráfica Batman: The Killing Joke y en aquella frase de aún el hombre más cuerdo del mundo puede sumirse en la locura… sólo hace falta un mal día. Por su lado, los cinéfilos recordarán probablemente a Michael Douglas en Falling Down (Un día de furia, Joel Schumacher, 1993).
Desconectada totalmente del resto de cintas del personaje creado por Bob Kane y Bill Finger, Guasón es una crítica a los medios de comunicación, a los videos virales que destruyen reputaciones, al desinterés del gobierno en los más necesitados, al hambre de reconocimiento de su protagonista, pero también a la falta de oportunidades laborales, de salir del agujero, y para ello da una probadita de la furia y violencia que esto último puede desatar (por ello el nerviosismo en Estados Unidos, pues indudablemente la película hará que más de los sectores menos beneficiados se sientan identificados).
Aun sabiendo el inevitable final de Arthur Fleck (porque infancia es destino) es difícil no sentir algo de lástima por ese pobre diablo y disfrutar que triunfe, aunque sea por un brevísimo instante, al ritmo de Gary Glitter y su Rock and Roll Part 2.