Por Alberto Calvo
Es común que cuando una editorial prepara un número especial o algún evento, use para promoverlo frases rimbombantes: “¡Todo cambiará para siempre! ¡Nada volverá a ser igual! ¡Una saga que cambiará la historia!”, y hemos aprendido a ignorarlas. Pero hubo un tiempo en que algunos cómics hacían justicia a la hipérbole.
Uno de esos cómics de alto impacto tomó por sorpresa al mundo el 1 de abril de 1975, pues en esa fecha Giant Size X-Men #1 llegó a los puestos de revistas, farmacias, fuentes de sodas y otros puntos de venta de la época. Para quienquiera que conozca la historia de los mutantes de Marvel, es claro que se trata de un cómic que cambió por completo el panorama para el cómic de superhéroes, además de convertir a los X-Men en la franquicia más popular y exitosa del medio por los siguientes 20 años.
Pensando en la popularidad de que gozaron los mutantes de Marvel, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, es difícil imaginar que antes de la aparición del Giant Size los X-Men hubiesen sido relegados al papel de personajes de apoyo, con apariciones esporádicas en otras series, y que por más de cinco años no habían sido protagonistas de una nueva historia, pues su propia serie había dejado de publicar material nuevo.
¿Cómo pasó eso? En 1966, Roy Thomas sustituyó a Stan Lee como escritor de X-Men. Sin Lee o el arte de Jack Kirby, cocreadores de los personajes, las ventas habían ido a la baja lenta pero consistentemente. A principios de 1969, Neal Adams se convirtió en el nuevo artista regular de la serie, pero ni siquiera eso revivió el interés de los fans, así que X-Men #66, publicado en enero de 1970, fue la última nueva historia que se produjo en varios años.
Pero la serie no fue cancelada.
Tras unos meses de incertidumbre, apareció el número 67, pero en sus páginas se publicaron reimpresiones de los números 12 y 13, producidos años atrás por Lee, Kirby y Alex Toth. Entre algunos fans se cuenta la leyenda que la razón por la que Marvel no canceló la serie es que Lee sentía un especial afecto por los personajes y por ello pidió que se mantuviera en el catálogo, aún si sólo era para republicar algunas de sus historias anteriores. La verdad es mucho menos romántica.
En esa época no había tiendas de cómics, y conseguir números atrasados era muy difícil más allá de lo que uno pudiera hallar en una venta de garage u olvidados en algún mercado. Existía un público interesado en las reimpresiones y Marvel tenía varias series dedicadas a ellas. La mayoría eran de aparición bimestral y contenían dos números por ejemplar, y era más fácil cambiar el formato de X-Men que registrar un nuevo título, así que de los números 67 al 93 la serie se usó sólo para reimpresiones.
Pero una constante en el mercado de cómic es el cambio. Para 1974 Roy Thomas era el editor en jefe en Marvel, y creía que incrementar la presencia de personajes de distintas nacionalidades ayudaría a generar lectores en otros mercados, por lo que encargó a varios de sus autores la creación de esos personajes. El más exitoso y popular de ellos fue Wolverine, creado por Len Wein y John Romita en las páginas de The Incredible Hulk #181, dibujado por Herb Trimpe.
Otro de los planes de Thomas para la internacionalización de Marvel era convertir a los X-Men en un grupo de héroes que recorriese el mundo enfrentando monstruos y villanos al tiempo que reclutaba héroes de otros países. Esa transformación del equipo habría de ser narrada en las páginas de una nueva serie trimestral con el formato Giant Size, que eran cómics de 68 páginas que combinaban historias nuevas con reimpresiones.
El plan original para la nueva serie era que Mike Friedrich sería el escritor, pero el éxito de Wolverine convenció a Thomas de que Wein era el más indicado para la tarea. El artista elegido fue Dave Cockrum, quien acababa de renunciar en DC, donde dibujaba a la Legión de Superhéroes. El dibujante tenía muchos diseños para nuevos personajes, y trabajó con Wein para adaptar y modificar algunos para crear a los miembros internacionales de los X-Men.
Cuando por fin apareció en el mercado Giant Size X-Men #1, su impacto fue inmediato. El interés de los lectores fue tal que se descartó el plan de la serie trimestral, y en vez de ello se tomó la decisión de relanzar la serie regular de X-Men, pero retomando la numeración original. De ese modo, X-Men #94, con la primera aventura del nuevo equipo, fue publicado en junio de 1975, y los cambios se seguían sucediendo.
Roy Thomas dejó el puesto de editor en jefe, y las responsabilidades de éste se dividieron entre Len Wein y Marv Wolfman, que por un tiempo compartieron el puesto. La nueva carga de trabajo de Wein le impedía escribir más de una serie al mes, y el afecto que sentía por Hulk le llevó a elegir quedarse en ese título. Por esa razón llamó a Chris Claremont con la intención de que le ayudara a terminar los guiones para X-Men #94 y 95 antes de convertirlo en el nuevo escritor regular de la serie.
Si para entonces a alguien le quedaban dudas de que esta vez las cosas eran diferentes, la muerte de uno de los héroes al final de esa primera aventura era una clara señal de que en esta nueva era nadie estaba a salvo. Claremont se mantuvo como el guionista principal de X-Men por más de 17 años, y bajo su gestión los mutantes de Marvel se convirtieron en la franquicia más popular y exitosa del cómic de superhéroes.
Un detalle curioso es lo que pasó con la máscara de Wolverine. La portada del Giant Size X-Men #1 fue realizada por el legendario Gil Kane, a quien no le gustaba la máscara que diseñó Romita, así que la dibujó diferente. A Cockrum le gustó tanto el rediseño de Kane que dibujó nuevamente todas las viñetas interiores en que aparecía el personaje. Unos años después John Byrne la volvió a alterar, pero esa es una historia para otra ocasión.
Otra curiosidad sobre este título es que en algún momento del proceso todos se olvidaron de que Thomas quería personajes internacionales para que Marvel se afianzara en otros mercados. Sí, los nuevos los nuevos personajes eran nativos de la Unión Soviética, Kenia y Alemania, pero Marvel no tenía tratos de publicación o distribución en ninguno de esos países, por lo que su introducción no tendría un impacto directo en esos países.
¿Qué tan distintas hubieran sido las cosas si los nuevos X-Men fuesen de México, Francia, Inglaterra, Italia y España, países con una saludable distribución de títulos de Marvel? Nunca lo sabremos. Como sea, el título fue un éxito absoluto que tuvo repercusiones tanto en Marvel como en su distinguida competencia, así que dudo mucho que al mirar atrás alguno de los involucrados crea que no haber cumplido con aquel objetivo inicial pueda considerarse como un fracaso.