El Complot Mongol

Por Everardo Ferrer

El Complot Mongol, de Rafael Bernal es, sin duda, la novela mexicana policiaca o de género negro por antonomasia. Es una obra literaria redonda, importantísima, que ha influido en escritores como Paco Ignacio Taibo II, Bernardo Fernández o Francisco Haghenbeck, por mencionar algunos.

En 1981 contó con su primera adaptación al cómic, dentro de la serie Novelas Mexicanas Ilustradas, que publicó la SEP con la intención de culturizar a un pueblo que, a su criterio, sólo leía historietas. La adaptación corrió a cargo de Jorge Morales con dibujos del maestro Antonio Cardoso. Curiosamente, en el afán de presentar una obra cultural, las palabras altisonantes, de gran importancia en la obra original de Bernal, serían omitidas al ser publicadas con el patrocinio institucional.

Cerca de dos décadas más tarde, hizo su aparición otra adaptación al cómic de la obra, con guiones de Luis Humberto Crosthwaite y dibujos del experimentado Ricardo Peláez. Este nuevo proyecto fue producto de la alianza lograda entre El Taller del Perro y Grupo Editorial Vid, en ese momento la editorial de cómics de licencia más importante del país, y probablemente de toda la América Latina. Lamentablemente, al parecer por cuestiones de derechos, de esta obra, proyectada para aparecer en cuatro tomos a color y con comentarios de Paco Ignacio Taibo II, sólo vio la luz un número.

Poco más de tres lustros después, el proyecto fue retomado, ahora como novela gráfica, con apoyo de JM, filial de Editorial Planeta, dueños de los derechos sobre la obra de Bernal, y por el Fondo de Cultura Económica, una apuesta fuerte considerando que se trata de su primera incursión en la narrativa gráfica, con un tomo a todo lujo, en pasta dura y con un tamaño superior al del formato de álbum europeo.

Si bien Peláez había concluido para la edición  de Vid los primeros dos números, tuvo que hacerles algunas adecuaciones para esta nueva publicación, pues en aquel tiempo fueron realizados para la aplicación de color, que esta vez sería sustituido por un elegante blanco y negro con tonos grises.

La experiencia de Peláez como artista hizo que, a pesar de ser una obra con la que tuvo que trabajar quince años después de haber realizado la (hasta entonces) última viñeta, no se note diferencia alguna, aun tratándose de una obra de largo aliento. Su traslación al cómic es muy similar a las adaptaciones gráficas de los libros que leíamos en nuestra infancia o juventud, apenas un anzuelo que te atrapa y te remite a buscar la obra original.

Más influido por el cómic latinoamericano que por el estadounidense o europeo del género, el estilo de Peláez nos ofrece un relato gráfico contundente. La historia se desarrolla en plena Guerra Fría, los servicios de inteligencia rusos y norteamericanos se movilizan, al correrse el rumor de que existe un complot para asesinar al presidente de Estados Unidos en su próxima visita a México, el cual tiene sus orígenes en el Barrio Chino de la Ciudad de México.

Filiberto García, un fabricante de muertos al servicio de  las altas esferas del gobierno mexicano, tiene la nada sencilla tarea de llegar al meollo del asunto y resolverlo, pues está en juego la paz mundial. Pinche Complot. Pinche Martita. Pinche Peláez.

A cincuenta años de su publicación, El Complot Mongol se encuentra a punto de estar en boca de todos, con una nueva versión cinematográfica estelarizada por Damián Alcázar. La primera, a finales de los setenta, fue protagonizada por Pedro Armendáriz Jr., un ícono del cine mexicano del género.

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