Por Mauricio Matamoros Durán. Publicado originalmente en Comikaze #13 (junio de 2011).
En la arqueológica labor dominical en La Lagunilla y anexas, aparte de las manos sucias, la frente y comisuras corporales sudorosas, así como las piernas menguantes ante los kilómetros que se suman paso a paso, nunca falta un hallazgo, por mínimo que sea. Por supuesto que la magnitud del descubrimiento decrece o aumenta dependiendo del tipo de búsqueda, la exquisitez del investigador o la posición de los astros.
Para quienes gustamos de las posibilidades guardadas en el papel, las revistas, las historietas, los libros, los carteles y pósters de cine con varios años de historia detrás pueden estar guardándonos una experiencia multisensorial en la que se involucran el olor y la acumulación de oxidación en el papel, ofreciendo una variación en los colores y la apariencia misma de éste; en el juego entra entonces, también, el anhelo y el conocimiento que el arqueólogo posea sobre cada descubrimiento, creando así un espectáculo en el que la música la da cada cual en su cabeza, sumándose así al ritmo de las imágenes y las palabras que aparezcan.
El coleccionista de historietas lo sabe bien, y si anda tras ese escurridizo mercado de la historieta mexicana en particular, conoce entonces la magnitud de un buen descubrimiento.
El 28 de mayo de 2006 me tocó regresar muy contento de La Lagunilla a mi casa, tras hallar diez números de Legionarios del Espacio, dibujados por el extraordinario artista español Esteban Maroto; otros tantos de Hopalong Cassidy, presentando a Jonah Hex, el vaquero crepuscular y charrasqueado de la DC Comics (trazado por el maestro filipino Tony de Zuniga) y algunos números de Cuentos de Terror (título en el que Novaro reunió el material de The Witching Hour, de DC), de entre los cuales escogí un ejemplar con especial énfasis en el dibujante encargado de una de las historias.
El ilustrador era Alex Toth, y la historia (reimpresa del número 12 de The Witching Hour) presenta el dilema de un individuo que desde niño ha estado en la búsqueda de un amuleto mágico que le fue, supuestamente, tirado a la basura por su madrastra. El protagonista finalmente da con el medallón y para rescatarlo debe de pelear con su nueva dueña, una bruja de poder y presencia impactantes, quien no es sino la madrastra trastocada por el poder del objeto.
Quienes gusten de la lectura de los cómics y reconozcan algunos autores tal vez no tengan muy presente a Toth, pues no se trata de un artista que haya buscado casarse con una idea y concepto para ganar fama y dinero.
Nacido el 25 de junio de 1928 en Nueva York, Toth creció leyendo a los pioneros y maestros de la historieta estadounidense, la pulp fiction y la animación. Eso se tradujo en un estilo ágil, eficaz y sintetizado, una línea dinámica que con el paso de los años mostró vocación visionaria, pues tanto la animación como un grupo importante de historietistas ha evolucionado a partir de ese estilo.
A Toth le tocó iniciar su carrera cuando terminó el auge de los grandes maestros de las tiras cómicas (Milton Caniff, Will Eisner, Alex Raymond, Hal Foster) y fue así que, entre el servicio militar y algunos trabajos para historietas poco conocidas, transcurrieron sus primeros años profesionales.
En aquellos años de formación, Toth quedó marcado por el arte de Noel Sickles, un historietista e ilustrador que fue maestro de los hoy conocidos como maestros, y es tal vez por esa razón que su trascendencia ha quedado un tanto opacada. No obstante, su talento salta claramente en su tira cómica Scorchy Smith, e inclusive en algunas historias de Terry and the Pirates, de Caniff, que Sickles realizó como dibujante fantasma. Sickles fue maestro del propio Caniff, y su peso se nota en el trazo de dicho clásico: formas cuyo sentido se da con un gran peso en manchas de tinta que buscan economizar, y que más que el detalle, buscan atmósferas que le den sentido a toda la acción.
Durante los años 40 y 50, Toth orbitó en diversos títulos y compañías, como National/DC (Dr. Mid-Nite y Green Lantern) y EC (Frontline Combat), así como una gran cantidad de historietas de romance, crimen, horror, ciencia ficción y westerns para Standard Comics.
El trabajo de aquellos años fue básicamente una evolución hacia el genio, aunque no se trata de cualquier evolución o formación*. Sintetizar en detalle, y ganar en atmósfera y peso dramático fue la enseñanza de Sickles hacia Toth, quien también tenía presente lo que le dijo el editor pionero de cómics, Sheldon Mayer, al inicio de su carrera: Cuenta la historia. ¡Cuenta la maldita historia! No trates de crear arte de forma consciente. No trates de ser Rembrandt. Sólo continúa siendo simple y atento al guión: interprétalo de la mejor forma que puedas. Sé claro y simple. ¡Cuenta una historia!
Y así fue que nació el más contundente y económico historietista estadounidense.
En los años 60, sin embargo, fue cuando el nombre de Toth brilló categóricamente en la historieta y en la pantalla chica. Mientras su línea clara y consistente lograba en unos cuantos trazos darle un sentido absolutamente real a su trabajo en el cómic, su diseño de personajes para series animadas como Space Ghost, Birdman, Herculoids, Fantastic Four y Super Friends marcó el camino a seguir durante las siguientes décadas en la pantalla chica.
Aunque ya se habían dado algunas series animadas televisivas con superhéroes como protagonistas, fue hasta 1966 que dicha tendencia nació con la aparición de Space Ghost, diseñada prácticamente en su totalidad por Toth. La elegancia de sus figuras humanas y la aparente (aunque elocuente) simpleza de sus escenarios crearon un producto que, aunque bien fincado en las referencias plásticas del pop, encontró una identidad original y apabullante, presta para exhibirse en museos. Aquella línea sencilla y que definía a personajes con masa y movimiento muy distintos a los del resto de la animación televisiva de aquellos años se transformó en prototipo de una manera de ver y pensar animación: el sello que Bruce Timm creó para la popular Batman: The New Adventures, y que ha tirado línea sobre toda la animación de aventuras hoy en día, abreva naturalmente del trabajo de Toth.
La labor de Toth, como se comentó, pareció ir hacia la eficacia del mensaje en la economía de su forma: su línea limpia y precisa siempre fue colocada en el lugar indicado y, como extensión de esto, permanece el montaje espectacular de viñetas y el enfoque de cada una de ellas en la página.
Así, nos quedan sus explosivas escenas de acción, sus inolvidables historias de horror, sus escenarios fabulosos, sus inmaculadas coreografías de pelea, y ese ojo clínico para capturar el movimiento corporal humano, en títulos como Eerie, Creepy, Two-Fisted Tales, Mystery in Space, Zorro, House of Secrets, House of Mystery y muchos más.
Sobre su restirador de trabajo, la mañana del sábado 27 de mayo de 2006, Alex Toth falleció. Su deceso se supo hasta el siguiente día (precisamente me enteré al entrar a la red, tras mi regreso de la pizca historietística). La influencia de su obra es visible incluso en mucha de la parafernalia que hoy en día vemos en La Lagunilla y anexas.
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