Por Jorge Cervantes. Publicado originalmente en Comikaze #25 (septiembre de 2014).
Era como flotar en la oscuridad durante mucho tiempo. Lentamente, revoltijos de nubes de impulsos electromagnéticos se conglutinaron para formar mi cerebro y tuve conciencia de mi propia identidad. Fui arrastrado por entre nebulosas de colores desenfocados.
-DEN, Neverwhere (1973)
Abordar a un autor poco convencional nunca es tarea fácil y mucho menos cuando éste tiene en su haber una enorme lista de títulos con una diversidad de temas amplísima. Nacido el 1 de octubre de 1940 en Anderson, Missouri, Richard Corben creció en una familia de granjeros humildes. En su infancia conoció las publicaciones de EC Comics, que influirían en su estilo como narrador gráfico, a la vez que a grandes artistas como Jessie Marsh, Russ Manning, Wally Wood, Jack Davis y Will Eisner.
El joven y talentoso Richard hizo su primer cómic a la edad de 10 años y desde esa corta edad ya ganaba algunos dólares por hacer dibujos para algunos comercios de su barrio. La práctica constante fue depurando su estilo de dibujo, y al graduarse del high school en 1960 inició estudios de pintura y escultura en el Kansas City Art Institute.
Durante algún tiempo se dedicó a desarrollar animaciones por su cuenta, las cuales llamaron la atención de un ejecutivo de Calvin Communication, compañía dedicada a los dibujos animados con sede en Missouri. En 1963 comenzó a trabajar ahí, y conservó ese empleo por 10 años. De su etapa como animador hay que mencionar el cortometraje Neverwhere (1968), que relata cómo un hombre terrestre llega a otra dimensión gracias a un aparato electrónico y se convierte en un héroe. Este trabajo le valió el premio de la Asociación Cultural Japonesa en 1968.
Pese a tener un trabajo estable en el mundo de los dibujos animados, Corben ambicionaba convertirse en ilustrador y narrador gráfico y, como no gustaba de los parámetros de las grandes editoriales, buscó espacio en los cómics underground, también llamados comix. Así, en septiembre de 1967 la revista Fantasy and Science Fiction Magazine publicó en su portada una ilustración suya, y más adelante, ese mismo año, en las páginas de Voice of the Comicdom #12 aparecería su primer cómic, Monster’s Rule. A partir de ese momento, el artista comenzó a colaborar con diversos fanzines independientes, y en 1969, buscando nuevos espacios, conoció al guionista con quién más obras ha realizado a lo largo de su carrera, Jan Strnad.
Para plasmar sus coloridas ideas en papel, además de usar el aerógrafo, Corben desarrolló un método único de iluminación, el cual permite que sus dibujos tengan un aspecto tridimensional. La técnica, conocida por algunos como color overlay, permite al artista tener control sobre cada una de las capas de color.
Uno de sus primeros proyectos en ganar reconocimiento fue Rowlf (1973), la historia de un perro lobo cuya trama se vuelve interesante cuando su dueña, la princesa Maryara, es secuestrada por seres con armas modernas y grandes tanques militares. Al pedir ayuda, el cuadrúpedo es inculpado del crimen y, para obligarlo a hablar, sus acusadores toman la decisión de convertirlo en hombre mediante un embrujo que sale mal y deja al chucho convertido a medias, con cuerpo de hombre y cabeza de perro.
La combinación de la hermosa y propositiva apuesta gráfica con su novedosa técnica de iluminado, y la excepcional manera de resolver las divertidas secuencias, nos permite ver por qué Corben se convirtió en muy poco tiempo en uno de los artistas independientes más buscados por el público.
Las colaboraciones en sellos underground continuaron. Corben participó en historias de todo tipo de géneros: horror, comedia, ciencia ficción, fantasía, y adaptaciones literarias de cuentos de autores como Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft y Ray Bradbury. Sin embargo, Corben no logró acoplarse del todo a la ideología de los autores underground, pues carecía de una postura política definida y no favorecía el pensamiento hippie de la época. De hecho, en el breve relato CidOpey (1971) se opone abiertamente al consumo de drogas, lo que provocó críticas por parte de otros autores.
Pese a todo esto, para 1973 el artista ya publicaba de forma continua (26 historias tan sólo en ese año), razón por la que decidió abandonar su trabajo como animador y dedicarse de lleno al cómic. Reforzó su decisión el hecho de que para entonces estaba publicando para la editorial Warren, que a diferencia de los fanzines underground publicaba con regularidad y tenía bien definidos sus territorios de distribución. Los trabajos de Corben eran muy populares, por lo que ese mismo año los seguidores de la Warren lo eligieron como mejor dibujante y portadista, por encima de Frank Frazetta.
De entre la larguísima lista de títulos que produjo en ese período, vale la pena mencionar algunos de los más sobresalientes.
Bloodstar (1976). Adaptación de John Jakes del cuento The Valley of the Worm, de Robert E. Howard. Sin hacer a un lado el espléndido guión, que comienza como una historia de ciencia ficción apocalíptica pero se convierte en un relato fantástico, el trabajo visual de Corben a lo largo de sus 116 páginas es de lo mejor que ha hecho en su carrera. Magníficas secuencias espaciales, gladiadores bárbaros en enfrentamientos titánicos, y tiernas secuencias de romance sexual se desbordan a lo largo de la obra, todas desarrolladas en coloridos cartones, ricos en texturas y formas, que hacen que el lector devore ávidamente cada nueva página. Pocos autores han logrado empatar tan grandioso arte con una narración así de sólida.
In Deep (1976). Cuento de Bruce Jones que relata en sólo ocho páginas el tétrico drama de un hombre que perdió a su esposa en las feroces fauces de tiburones hambrientos durante un naufragio. La de por sí devastadora temática sólo pudo alcanzar su plenitud con el arte inquietantemente realista de Richard, en el que los encuadres de estilo cinematográfico, acercamiento, picados y contrapicados, hacen de este uno de los relatos de horror más terribles de todos los tiempos.
Sin embargo, tras la publicación de Mutant World en 1978, Corben y Strnad abandonaron la Warren, indignados por las alteraciones que los editores hacían continuamente a sus guiones y dibujos.
Continuará…