Por Aldo Iván Espinosa. Publicado originalmente en Comikaze #31 (mayo de 2016).
Nos encontramos en algún momento de la década de los 80, y estamos a punto de ver cómo Ronald Lithgow termina un viaje y comienza otro. Hasta ahora ha vivido de escribir discursos para un senador estadounidense, arrastra una decepción amorosa (un divorcio para ser exactos) y se considera a sí mismo ligeramente cobarde a la hora de afrontar situaciones que exijan grandes esfuerzos físicos.
Un poco para distraer a su corazón cabizbajo, y otro poco para salir de su zona de confort, Ron ha organizado un viaje de acampada en compañía de su colega Michael Maynard al Cañón de los Reyes, en California. Amigos desde la universidad, la primera noche en el bosque una luz a lo lejos los encandila. Viene de una cueva, y hasta ella escalan, no sin esfuerzo, sólo para descubrir el destino alienígena que el azar terrícola les tiene preparado. Mírenlo bien: ésta será la última vez que veamos a Ron con su forma humana.
Una vida más extraña que la nuestra
Concrete hizo su debut en el primer número de la antología bimestral Dark Horse Presents, publicada por Dark Horse Comics en julio de 1986. En tan sólo ocho páginas, la historia Lifestyles of the rich and famous presentó el tono y el estilo narrativos que acompañaron a la serie en sus veinte años de intermitente existencia: dibujos en blanco y negro, globos de diálogo que por momentos ocupan la mitad del panel, y Los Ángeles como hábitat natural para un gigante de 600 kilos de peso llamado Concrete, una montaña viviente con fuerza y visión superhumanas que la mayoría de las veces le darán más problemas que soluciones.
Su creador, el escritor y dibujante Paul Chadwick (Seattle, 1957) no era ajeno al mundo de los fanzines y las antologías de carácter semiprofesional. Ávido lector en la adolescencia de publicaciones como Comics Crusader, Fantastic Fanzine y Comic Courier, para el verano de 1986 ya había colaborado en la Amateur Press Association (APA, por sus siglas en inglés) donde coincidió con gente como Randy Stradley, Mike Richardson, Chris Warner, Mark Badger y Frank Miller, todos ellos escritores y dibujantes que resultarían fundamentales para la creación del sello Dark Horse Comics.
Un afortunado cambio en las leyes de propiedad intelectual, así como el novísimo modelo de ventas directas impulsado por los sellos editoriales de la época, convencieron a Chadwick de incursionar de manera sostenida en el medio del cómic de autor. Durante su estancia en DHP, Chadwick escribió e ilustró historias de muy diversa índole, desde pasajes autobiográficos hasta relatos fantásticos, de terror o de ciencia ficción, pero de todos aquellos personajes increíbles, el que se ganó la simpatía de los lectores por entrañable, frágil y carismático fue Concrete, un individuo abducido por alienígenas en una cueva de Fresno, California, cuyo cerebro humano fue trasplantado a un cuerpo lítico de proporciones absolutas, resultando en un gigantón con 50º de temperatura corporal pero sin pelo, sin esfínteres, y sin genitales. Una pesadilla.
Contadas siempre in media res, las historias de Concrete en DHP hablan de la soledad de ser único en un planeta donde lo normal es parecerse. En un intento porque su pasado humano y terrícola no se desvanezca, sus allegados prefieren llamarlo Ron en vez de Concrete, apelando no al caparazón fenomenal que lo contiene, sino a la persona atrapada ahí adentro.
El mismo año en el que los superhéroes de las demás editoriales alcanzaban la madurez, Paul Chadwick escribía acerca de un individuo que, dadas sus circunstancias extraordinarias, se comportaba más como un adolescente tímido e inseguro, y menos como un temible justiciero.
Concrete alcanzó el estrellato dentro y fuera de las páginas de DHP, convirtiéndose en un ícono de la cultura pop allá, y en un modesto pero sostenido éxito de ventas y de crítica aquí. Para marzo de 1987 apareció en su propia serie regular, con arcos argumentales de cuatro números la mayoría de las veces, que lograban poner en contexto las breves aventuras de Concrete en DHP. Mientras que las historias autoconclusivas de la antología presentaron siempre un tono intimista y reflexivo, la serie mensual hizo énfasis en Concrete como figura pública.
La suma de estas dos perspectivas dio como resultado un personaje encantador, profundo y creíble. Su presencia monolítica, su fuerza desmedida y sus buenas intenciones no lo salvan del ridículo, del escarnio público, de un deseo sexual para siempre insatisfecho. En su serie regular nos enteramos, además, de que Concrete no tiene sentido del gusto, que el mejor alimento para su cuerpo de piedra son las piedras, que puede aguantar la respiración por una hora, y que los ojos de su nuevo cuerpo tienen un aumento desmedido, capaces de ver en la noche y a distancias kilométricas.
Parturient montes
Las aventuras seriadas tuvieron como centro el conflicto ético que Concrete enfrentaba desde su primera historia en DHP: su interés por hacer algo de veras importante con el cuerpo deshumanizado que le endilgaron, lo lleva a realizar trabajos disímbolos en aras de alcanzar la relevancia. Es éste quizá el punto más importante y novedoso de Concrete: si el superhéroe convencional se desarrolla en un ambiente ad hoc para sus capacidades extraordinarias, el mundo terrícola de Ron Lithgow no sufre alteración alguna. Su condición de fenómeno no se mitiga por su entorno sino que se magnifica, convirtiendo a Concrete en un lisiado, un minusválido, un individuo doblemente transformado.
Puesto así, sus enemigos naturales son la ley de la gravedad y el suelo firme, pero también los derrumbes en las minas, las estrellas de rock suicidas, las escaladas al monte Everest, las granjas a punto de quebrar, el calentamiento global, la violencia de Los Ángeles, la producción de películas en Hollywood, los celos, la impotencia, sus sueños de grandeza.
Acompañado de su asistente personal Larry Munro, de la bióloga Maureen Vonnegut, quien lo toma como su permanente objeto de estudio, y de Tripod, su perro de tres patas (otro lisiado), Ron/Concrete enfrenta, sobrevive y reflexiona acerca de esa otra forma del aprendizaje llamada fracaso.
En su último arco argumental publicado hasta ahora, Concrete y Maureen enfrentan la sobrepoblación, los compromisos adquiridos por tener patrocinadores, y la paternidad. Para estas alturas (la compilación de la serie regular junto con las historias cortas suma siete tomos), los seguidores de Concrete se preguntan qué pasará después de ese último panel publicado en 2006. Todos los premios Eisner que la serie ha ido acumulando con el tiempo (nueve en total) no han sido suficiente inspiración para Chadwick quien, sin embargo, ha declarado que la serie aún no termina. Pero visto fríamente, tampoco es algo que debería extrañarnos. Otro de los enemigos que Concrete enfrenta a diario es la incertidumbre. Como cualquier ser humano.
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