Por José David Méndez
Sin lugar a dudas, entre los personajes que creó doña Yolanda Vargas Dulché, uno de los más entrañables es el negrito (aunque ahora sea políticamente incorrecto llamarle así) Memín Pinguín. Este inocente y carismático pequeño no sólo ha protagonizado infinidad de aventuras junto con sus amigos y su má linda, sino que ha sido blanco de conocidos escándalos y noticias amarillistas, propias de cualquier figura de televisión. Por si fuera poco, el personaje incluso se enfrentó a un cambio de imagen extremo.
Antes de seguir y para aclarar algo, debemos puntualizar que para la concepción de Memín, Yolanda Vargas se inspiró principalmente en dos cosas: en los niños que conoció durante un viaje a Cuba, de los cuales retomó su ternura e inocencia, así como en el carácter y nombre de su entonces novio, Guillermo de la Parra, de quien decían era un diablillo… un pingo.
La parte gráfica del personaje recayó en Alberto Cabrera, cocreador del personaje, aunque la etapa de mayor fama del personaje llegaría con el dibujante Sixto Valencia, con quien Yolanda Vargas desarrolló una mancuerna que se conservó durante los 372 episodios que duró la exitosa serie. Posteriormente la historia se volvió a relanzar, alcanzando un notable éxito; sin embargo (perdonen la expresión) negras nubes se cernían sobre el personaje de más de 70 años de existencia (aunque siga en la primaria desde 1945), quien se ha visto empañado en más de una ocasión.
Negra suerte
Entre estas situaciones se encuentra la vez en que el personaje fue rebautizado temporalmente como Memín Pingüín debido a que la palabra pinguín (sin diéresis en la u) era una palabra altisonante en algunas partes de Sudamérica. Muchos años después, en 2005, Memín apareció en una serie de cinco estampillas postales para Correos de México, como parte de la serie La caricatura en México. Esto causó controversia ya que las inofensivas imágenes fueron consideradas racistas en Estados Unidos, puesto que se interpretó que plasmaban un estereotipo de la raza negra.
A esto seguiría el Memíngate, cuando Editorial Vid comenzó a publicar una serie de tomos recopilatorios en plena temporada de lanzamiento de candidaturas presidenciales. En ese entonces Memín se lanzó para presidente (con todo y canción insignia), lo que de nueva cuenta no fue visto con buenos ojos en el otro lado de la frontera norte.
¿Actualizando un clásico?
Posteriormente se fueron publicando estos recopilatorios, pero con portadas muy diferentes al dibujo que se presentaba en interiores. Después conoceríamos el nombre de quien realizaba dichas cubiertas: Gustavo Medina, quien también ha dibujado los títulos El Pájaro Loco y La Pantera Rosa para la misma editorial. La premisa consistió en darle un nuevo enfoque y estilo a las historietas de Memín, más acorde a los niños de esta época. Vamos, si Scooby-Doo, Batman y Spider-Man se actualizaron en sus series de televisión, ¿por qué no Memín?
Pero a partir del número 328 de la serie, Medina se haría cargo del arte por completo, aunque quizás el redibujar (¿o calcar?) el arte de don Sixto Valencia no fue la mejor idea. Y es que este cambio no acaba de convencer, pues obviamente por años estuvimos acostumbrados al estilo detallado y realista del maestro Valencia, quien ponía sumo cuidado en los personajes y fondos, cuestión que Gustavo no reflejó del todo. Simplemente, el cambiar la técnica que Valencia usaba para darle textura y brillo a la piel del protagonista, para inclinarse por un acabado photoshopeado (un café degradado), hizo sentir frío al personaje con quien generaciones de lectores se han identificado.
El hecho de que la mayoría de las historietas mexicanas sean de autor permite que los personajes evolucionen de una manera lineal y pausada. De hecho, en el mismo trabajo de Sixto Valencia podemos encontrar dos o tres diferentes tipos de Memines (sólo comparen los ojos y la forma de la cabeza), lo que da señal de que él estaba actualizándose y reinventándose, como lo hicieron por años Óscar González Loyo con Karmatron o Jorge Break y su Meteorix. Es por ello que el realizar este cambio de estilo en Memín Pinguín fue una medida drástica y demasiado aventurada.
¿Era necesario este cambio? ¿Si lo fuera, no habría sido mejor realizar un verdadero rediseño de todos los personajes, como se propuso alguna vez con Kalimán, aunque los puristas no estuviesen de acuerdo? Otra opción de camino para Memín Pinguín podría ser, tal vez, el crear aventuras realmente nuevas para él y sus amigos, en vez de limitarse a recrear las realizadas hace ya tantos años…
Dato Comikaze
+ En Filipinas, el Ministerio de Educación hizo obligatoria la lectura de Memín Pinguín en las escuelas, pues enaltecía los valores humanos y la familia.
+ Además de Valencia y Medina, otro de los dibujantes oficiales de Memín ha sido el caricaturista Martín López, quien realizó el calendario del personaje en 2007.
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29 mayo, 2024
Buenos días Tocayo
Muy interesante tu artículo, sin embargo difiero en que decir negro en México es políticamente incorrecto mencionarlo. En esta época en donde ya no se le puede llamar a las cosas por su nombre. Pej. no puedes decir viejo o vieja, o decir homosexual cuando estas palabras aparecen en Diccionario de la Real Academia de la lengua española. En México se utliza decir mi negro o mi prieto para demostrarle amistad, cariño ó confianza, y no se ha sabido de que esto provoque algún altercado. Por supuesto cada vez más en desuso, por la misma evolución del lenguaje.
Caso contrario es en Estados Unidos ahí si es despectivo, sobre todo usar la palabra “Nigger” la famosa palabra de la “N”. Si puedes decir Black person o Afro american. Saludos! DA