Por David Méndez Jiménez, corresponsal en Pelotillehue
Recuerdo muchos personajes de mi infancia historietil, pues la lista de “cuentos” (como les conocíamos en aquellos tiempos) que acostumbraban comprarme era larga, con títulos como Fix y Foxi, Periquita, Domingos Alegres, Travesuras A Go-Go, El Conejo de la Suerte, Super Comics, Tarzán, El Asombroso Hombre-Araña, Superman, Pólvora, Turok y Fantomas, entre muchos otros. Sin embargo, existía uno en especial que no me compraban, cosa que a la fecha, no entiendo porqué. Se trataba de uno de los más entrañables: Condorito.
Quizás era por los chistes un tanto misóginos o la forma tan voluptuosa en que dibujaban a las mujeres jóvenes. Tal vez era la falta de color o las bromas políticamente incorrectas sobre la gente pobre, los desempleados, suegros o borrachos. Lo cierto es que con el tiempo, cuando ya pude comprar mis propios cuentos, descubrí el maravilloso universo de Condorito, que fue publicado en México bajo el sello de Novedades Editores, en los años 80.
El éxito de Condorito, quien debutó en la revista chilena Okey, el 6 de agosto de 1949, se debe a que René Ríos Boettiger, Pepo, creador del personaje, utilizó personajes que retrataban estereotipos no sólo de Chile, sino de Latinoamérica, por lo que salvo algunos localismos y chistes regionales, su humor ha podido ser entendido por todo hispanoparlante.
Como dato curioso, vale la pena mencionar que Ríos Boettiger comenzó su carrera como dibujante en la revista satírica Topaze, donde adoptó el pseudónimo de Pepo a partir de la complexión que lo caracterizaba de niño, cuando era un chico obeso, un barrilito o pepón.
Se cuenta que, disgustado por la forma en que Chile era representado como un avioncito repartidor de correo en la película animada de Disney ¡Saludos Amigos! (1943), Boetigger se inspiró en el cóndor, uno de los animales más emblemáticos de Chile (se encuentra en su escudo nacional), Pepo dio vida al personaje que le valdría el reconocimiento, no sólo de su país, sino de toda América Latina.
Pícaro, coqueto e ingenioso, Condorito (que mereció su propia revista en 1955, editada primero por Editorial Pincel y después por el sello Zig Zag) vive en Pelotillehue, que significa Ciudad de las Pelotas, refiriéndose a un juego de palabras con vocablos indígenas chilenos (Peloti, pelotas, Llehue, lugar de) alusivo a la desnudez. Curiosamente, esta ciudad no tiene una imagen particular, pues a veces es presentada como una gran urbe y en otras ocasiones como una zona rural.
Pelotillehue se encuentra confrontado con los pueblos de Buenas Peras y Cumpeo. Cabe mencionar que mientras las primeras dos están inspiradas en las ciudades chilenas de Linares y Yerbas Buenas, Cumpeo sí es una localidad real. A pesar de que Condorito, como buen personaje de historieta, cuenta con un vestuario cotidiano e inconfundible (playera roja, pantalón negro con parches y un par del típico calzado chileno de la gente provinciana, las ojotas, muy similares a los huaraches), suele cambiar su indumentaria según merezca la situación.
Esto ha hecho que, virtualmente, haya aparecido representando todos los oficios y estereotipos habidos y por haber: doctor, abogado, mecánico, caníbal, astronauta, vampiro, monstruo, bombero, policía, licenciado, arquitecto, sacerdote, árbitro, pirata, mayordomo, mesero, cocinero, militar, superhéroe, ladrón, aviador y campesino, entre muchos más.
Por cierto, con más de 60 años a cuestas, la imagen de Condorito ha sido casi la misma desde sus inicios, pues sólo se le ha modificado ligeramente en detalles como la forma de su pico o las plumas de su cuello, que ahora lucen más estilizados.
La vida de Condorito está rodeada de un sinfín de folklóricos personajes, entre los que encuentran su sobrino Coné; el abuelo Cóndorolino; su novia Yayita; sus suegros, Doña Tremebunda y Don Cuasimodo Vinagre; Pepe Cortisona (apodado Saco de Plomo), su eterno rival; sus mascotas, el perro Washington y el loro Matías, así como el caballo Mandíbula y el elefante Trompita. Y claro, un montón de amigos, entre los que destacan Huevo Duro, Don Chuma, Ungenio González, Ché Copete, Comegato, Fonola, Chacalito, Chuleta, Tomate, Cabellos de Ángel, Garganta de Lata, Máximo Tacaño, el padre Venancio, Titicaco, Juan Sablazo, Albert González, Patequeso, Flojo Pantoja, Venusín, el Generalito Zapata, Churrumpipe, Guata, Guatapique y Don Telésforo, entre otros.
A su vez, Coné, una réplica miniatura del protagonista, también tiene su círculo social, donde podemos encontrar a los hijos y/o sobrinos de personajes antes mencionados, como Genito González, Yuyito, Pepito, Huevito, Mateíto y Maxito.
El sello particular de las tiras de Condorito es que, ya sea él la víctima o el victimario de los chistes que componen sus breves aventuras, estos van acompañados irremediablemente del desmayo de los afectados, quienes caen de espaldas acompañados de la inconfundible onomatopeya ¡Plop! En otras ocasiones, cuando el remate del chiste presenta una situación confusa o inesperada, Condorito cierra la tira con la célebre frase ¡Exijo una explicación! o con un ¡Reflauta!
Condorito ha pasado por prácticamente todas las periodicidades y ha tenido diversos subtítulos, como Selección de Oro, Colección Anual y Especiales, además de ser capturado en cuadernos de iluminar, juguetes, estampas, timbres postales, helados, vinos (¡!) una serie de monedas del Banco de Pelotillehue, y hasta una serie de pequeñas animaciones de gran calidad, que en los 80 fueron transmitidas en el programa chileno Sábados Gigantes (sí, el de Don Francisco)
Pepo murió de cáncer el 14 de julio de 2000, a los 88 años, dejando a Condorito como su legado y logrando que el personaje conservara su estilo de dibujo y la paleta de colores de sus inicios (rojo, café, rosa, negro y blanco), así como el humor blanco, pero picaresco.
La fama del personaje ha sido tal que se erigieron varias estatuas suyas en Chile, como la colocada en el balneario El Quisco, en la provincia de San Antonio, del que Pepo era asiduo visitante; un monumento en el Parque Nacional del Cómic, ubicado en la Gran Avenida de la ciudad de Santiago, y otro más en Concepción, ciudad natal del autor.
Sin duda, el universo de Condorito sigue tan vigente como hace más de seis décadas, gracias al humor encerrado en un sinfín de situaciones inherentes a todo latino, por lo que seguramente este personaje seguirá entreteniendo a muchas generaciones más, pues todo aquel que lo lee, ríe con él y nunca lo olvida.
Es justo reconocer a Condorito como una referencia obligada para todo lector de cómics, aunque, ahora que lo recuerdo, sigo sin entender porqué no me dejaban leerlo de niño. Es por ello que… ¡exijo una explicación!
Dato Comikaze
+Condorito es leído por unos 80 millones de lectores, a través de 77 diarios en América Latina y Estados Unidos.
+A principio de los 90 apareció en un comercial de Coca-Cola.
+Elementos clásicos del Universo Condorito son el periódico El Hocicón, el bar El Tufo, y productos como el refresco Pin (con el lema Tome Pin y haga ¡Pun!), el vino Santa Clota o el jabón Sussio.