Tras los cómics de Monsiváis: la Biblioteca Digital de la Historieta Mexicana

Por NAVA Historietólogo

La Biblioteca de México es una obra monumental: de esos espacios que heredamos sin merecerlos del todo ni saber bien cómo aprovecharlos.

Su tamaño y diversidad de contenidos se asemejan más al paisaje onírico de un relato borgiano que a un espacio cultural abierto. Cada esquina rebosa de publicaciones, con libreros que se extienden hasta el techo, perdiéndose en la profundidad de los pasillos. Resulta un tanto apabullante enfrentar a semejante monumento a la bibliofilia, con librerías dedicadas a la colección particular de diversos escritores mexicanos, en un acervo combinado de incalculable valor.

Los libros están abiertos a consulta pública, pero relativamente pocos han visitado el vasto acervo en proceso de catalogación, cuyo acceso se reserva a  sólo algunos investigadores.

Historietólogo e investigador de la caricatura latinoamericana desde hace algunos lustros, llegué a la Biblioteca de México siguiendo el rastro de la colección de Carlos Monsiváis. El consumado cronista era a la vez un notorio coleccionista de historieta y caricatura política mexicana.

¿Qué leía Monsi en los monitos? Algunas cosas indudablemente las vi gracias a la curaduría de El Fisgón en el Museo del Estanquillo, pero el material exhibido era en su mayoría  dibujos originales, de gran valor político e histórico. ¿Qué habría leído M en sus ratos de ocio, de evasión y divertimento? La historieta nacional como retrato del paisaje emocional construido para el gran público mexicano.

Cuando falleció Monsiváis,  dejó como parte de su legado un aproximado de 14 mil revistas, organizadas en pilas que solamente entendía el mismo. Desde entonces, estas han sido organizadas por el equipo de Javier Castrejón, coordinador de Bibliotecas Personales de la Biblioteca de México, junto con Miguel Ángel Morales y su equipo de ayudantes. Libres de rastros de gato, la tarea de organizar los contenidos de dicho acervo lleva ya casi tres años.

Tuve la suerte de que una propuesta mía de digitalización de contenidos fuese aprobada por el FONCA para el desarrollo del proyecto Biblioteca Digital de la Historieta Mexicana (en el marco de la emisión 32-2016 del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del FONCA). Con dicho apoyo comencé a digitalizar las revistas de cómics de Monsiváis, con el afán de preservarlas y hacerlas disponibles para un número mayor de personas interesadas en la historia de la historieta mexicana.

Aunque el trabajo de Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea mapeó hasta 1954 la producción de historieta nacional (Puros Cuentos I-III), además de la existencia de algunos artículos posteriores en revistas especializadas, quedaba pendiente una actualización en el registro histórico de la historieta nacional.

En la colección de Monsi se encuentran joyas de antaño, incluyendo cientos de números de la revista Chamaco, las cuales no llevan huellas de lectura, pero sí de la memoria, ya que más bien se dedicó a coleccionarlos, ya que constituían un indudable referente de sus lecturas de infancia. Otra historieta de la época que descansa en su colección es Adelaido el Conquistador, en tres tomos empastados. Dentro de este título destacan particularmente las aventuras de Pancho Tamales (que llegó a ser portada en el número 85 de la publicación, en febrero de 1935), realizada de forma humorística por el joven talento Arthenack Jr., a sólo 11 años del fallecimiento de Villa.

Otra joya de la colección es Don Catarino y su apreciable familia (1954), de Salvador Pruneda, historieta caracterizada por el hablar folclórico de la época y por el gran manejo del humor en sus aventuras. Es curioso notar que estas publicaciones, muchas veces editadas por los mismos dibujantes, gozaban de acabados con una calidad variopinta, lo que las asemeja mucho a las autopublicaciones de hoy, como sus esporádicos errores de registro de color lo muestran.

En la colección de Monsi destacan también varios ejemplares del género de fotonovela, incluyendo La vida y los amores de Pedro Infante, editada apenas una semana después de la muerte del ídolo. Producida con fotomontaje y cargada de historias drámaticas, la trama de este título mejoró notablemente tras su primer año de circulación, cuando dejó de ser una revista de 24 páginas y periodicidad bisemanal. El Pedro de los monitos es un hombre sencillo, norteño y honesto, que pega como una mula y es incapaz de ser mantenido de una mujer, se busca la vida en las calles y en el espectáculo, acompañado de su voz y su guitarra, que no fallan en traerle nueva pesca.

La vida deslumbrante de María Félix, también de la editorial Ortega y Colunga, parece haberle interesado aún más a Monsiváis, ya que tuvo la colección completa empastada. Este título asemeja un cuento de ranchería, con una pueblerina impulsiva venida a la gran ciudad, dónde la violación y la violencia amenazan a la vuelta de cada esquina, y donde sólo la fe de María Félix en la Virgen de Guadalupe la salva de innumerables calamidades, exceptuando de la infelicidad amorosa.

Dentro de los títulos independientes mexicanos de la colección pertenecientes a los años 80 destacan las revistas SNIF! (1980-1981) y BANG! (1981-1982), dirigidas por Paco Ignacio Taibo II, Armando Bartra y Juan Manuel Aurrecoechea y con las cuales se pretendía traer al público mexicano una historieta adulta.

En la colección también se encuentran obras notables como Aníbal 5 (1966), la primera historieta guionizada por Alejandro Jodorowsky, con dibujos de Manuel Moro, acerca de un agente cuyo cuerpo está potenciado tecnológicamente y quien vive aventuras con fuertes tintes espiritistas del lejano oriente.

Dentro del humor chabacano y callejero publicado en los 70 se encuentra Chin Chin El Teporocho, dibujada por Daniel Manrique, de Tepito Arte Acá,  basada en la obra del escritor Armando Ramírez. Un gran descubrimiento personal en la colección es sin duda el trabajo de Rafael Araiza, realizador de la boxística A batacazo limpio y dueño de un trazo de humor envidiable e infatigable quien posteriormente dibujó Las Comadres en los 60 y su propia revista, El Mil Chambas, en los 80.

Otras revistas parecen haber llegado directamente a Monsiváis por parte de creadores que esperaban su bendición: tal es el caso de Esporádica (1988), dirigida a un público vinculado con la lucha y el activismo social.  Compuesta por un colectivo de mujeres feministas y dirigida por Ana Barreto y Ana Batista, contaba con fotografía, poesía e historieta, siendo sus trabajos altamente introspectivos, muy en la línea del underground norteamericano. Esporádica contó con dos colaboraciones importantes de leyendas californianas del comix: Robert Crumb y su esposa Aline Kominsky.

Destaca también Cáspita (1983), revista trimestral de historietas largas editada por nadie menos que Guillermo del Toro e integrada por unos jovencísimos Jis, Trino, Falcón, Rangel, EKO, Alt, Esege, Rigo y Varela.

Cabe decir que a estas alturas, Trino emulaba el estilo y los personajes de Fontanarrosa, muy a su manera.

En cuanto al cómic  estadounidense de los 70 y 80, Monsiváis contó con una colección extensa de MAD, Heavy Metal y, más interesante aún, varios tomos de los Fabulous Freak Brothers, indudablemente adquiridos en San Francisco (puedo constatar que Monsiváis dio una gira académica por la costa oeste en 1992, año en que el cronista visitó nuestro humilde hogar en Eugene, Oregon, cuando yo tenía siete años y no me apartaba de Calvin & Hobbes).

El rescate

Para digitalizar todo este material, me enfrenté a un reto técnico además de económico. Ante la imposibilidad de contratar un servicio de escaneo o comprar un escáner de libros de Fujitsu o semejante, pues además de costar entre 800 y mil 200 dólares no cuentan con captura RAW/TIFF, decidí adentrarme en el mundo de los DIY scanners, con varios años de desarrollo en Internet.

Así, la solución fue construir mi propio escáner fotográfico, bautizado MONSISCAN. Utilizando una fuente de luz LED y una cámara DSLR conseguí iluminar y retratar revistas y libros empastados de hasta 60 x 45 cm, sin dañarles el lomo. La calidad es de formato RAW, editable, lo que permite restaurar los colores dañados por el sol y revertir el ojo de pescado creado por cualquier lente, además de digitalizar ocho veces más rápido que un escáner A3 plano.

Espero que el material escaneado pronto se coloque en la red de la Biblioteca de México y que se encuentre disponible para consulta digital de todos los que visiten la biblioteca. Queda pendiente complementar esta tarea con la colección del Museo de la Caricatura y la Historieta de Morelos, y con material de otras colecciones particulares.

¡Larga vida a la historieta mexicana!

 

Nuestro colaborador

Licenciado en artes plásticas y especialista en la historia del cómic. Editor de la antología latinoamericana Taco de Ojo del colectivo Latino Toons. Dibujante, guionista, impresor Risograph, pionero en AR e historietólogo. Investigador de la historia del cómic con más de una década de experiencia, becario del TJWatson Fellowship y candidato a la Maestría en Estudios latinoamericanos. Director del diplomado de Novela Gráfica FAD- SAN CARLOS, docente en la Casa de Francia, Centro Universitario de Comunicación, ESB MACC, SAYSI y diversos espacios culturales.

Author: Administrador

Share This Post On

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *