Por Mauricio Matamoros. Publicado originalmente en Comikaze #9 (julio de 2010).
John Constantine apareció en Estados Unidos un mal día a mitad de los años 80. Nadie sabe con certeza cómo, pero se esfumó de Londres sin aviso. Acto seguido, se le vio al otro lado del Atlántico en busca de señales que lo llevaran a encontrar la fuente de una fuerza negativa (incluso se dijo que se trataba de todos los dioses antiguos temidos y anunciados por H. P. Lovecraft) que anunciaba la inminente desaparición de la vida en la Tierra.
Durante más de un año la crónica de esa cruzada por el rescate de la humanidad se desarrolló mes a mes en Saga of the Swamp Thing. Por supuesto que el protagonista de esa historia fue la criatura del pantano que da título a esa entrega literaria mensual, pero aunque este ser posee un poderío inhumano, fue la suma del conocimiento y destreza de personajes como Phantom Stranger, Deadman, Dr. Fate y el demonio poeta Etrigan lo que reunió la fuerza necesaria para vencer aquel concepto casi perfecto del mal que Constantine percibió como si fuera un cáncer en los labios de un fumador. A Constantine, salvar al mundo no le significó gran cosa. Y no es que se trate de un ente perverso precisamente… es tan sólo un ser con el conocimiento mágico suficiente como para acabar con el mundo cuando así lo desee. Simplemente, sucede que una tarea más complicada le resulta más atractiva: buscar en repetidas ocasiones la forma de corregir la ruta a la perdición del planeta y la humanidad, aún cuando a los hombres parezca no importarles en lo absoluto si se van al demonio.
Para Constantine, la razón de su presencia en esta vida es un misterio y un martirio. Cada vez que a su mente vienen las condiciones de su nacimiento, dos muertes retumban en su cráneo: la de su madre durante el parto y la de su nonato hermano gemelo.
Sin embargo, la presencia de Constantine en nuestro mundo se debe a algo más sencillo… el mero capricho de un par de extraordinarios dibujantes. Steve Bissette y John Totleben le estaban dando un giro absoluto al cómic de superhéroes, a través del montaje de viñetas y el detalle que dejaba ver la pasión de dos artistas conscientes de la obra maestra que estaban creando.
Esa fuerza se desató notoriamente cuando Alan Moore, escritor inglés desconocido hasta entonces, llegó a la industria del cómic estadounidense vía sus complejos guiones para Swamp Thing, tribuna de Bissette y Totleben. La revolución ya había iniciado en el número 21 de la serie, segundo de Moore y en el cual trastocó al personaje, que dejó de ser un monstruo de limo y troncos para volverse la manifestación del elemento tierra.
Fue en Saga of the Swamp Thing #37, con fecha de portada de junio de 1985 (por tanto, a la venta por abril o mayo de aquel año, hace más de un cuarto de siglo), cuando Constantine apareció por primera vez, al inicio de la saga American Gothic, transformando el rostro de la fantasía en la historieta. Bissette y Totleben, inmersos en la propuesta musical entonces alternativa de la banda de rock The Police, le pidieron a Moore crear un personaje que semejara el físico de Sting, vocalista, bajista y compositor del famoso trío inglés. El reto le pareció interesante a Moore, y fue así que creó a John Constantine como una fuerza del caos en la quietud y viceversa.
I’m a nasty piece of work, chief. Ask anybody, fue la presentación de Constantine en su primer encuentro con Swamp Thing. Desde entonces se enganchó con los lectores. Meses después, Moore tendría un encuentro sobrenatural en una cantina londinense, cuando un personaje rubio, que apestaba a cigarro y vestía una gabardina amarilla, entró, clavó su mirada en el escritor barbado y desapareció entre la bruma de las desinhibidas mentes engendradas por el alcohol y el cigarro.
Tres años después de su debut, y luego de numerosas y exitosas apariciones en Swamp Thing, con fecha de portada de enero de 1988, apareció el primer número de John Constantine: Hellblazer, el cómic de horror más longevo en la historia del medio, en el colaboraron algunos de los fabuladores más brillantes, así como dibujantes no menos sobresalientes. El inglés Jamie Delano (recomendado a DC por el propio Moore) fue quien se encargó de continuar la saga del personaje creado por Moore, además de establecer junto con los dibujantes John Ridgway y Richard Piers Rayner, entre otros, la base del caos existencial que es la vida de John Constantine. Posteriormente, el irlandés Garth Ennis y el inglés Steve Dillon (en el inicio de una larga colaboración artística que dio inicio, por ejemplo, a Preacher y Punisher MAX), convirtieron este título en un discurso de tonos gore y diálogos brillantes; Paul Jenkins y Sean Phillips, también de la tierra de Aleister Crowley, involucraron más la magia en el árbol genealógico del personaje.
A su vez, Warren Ellis, un londinense más, hizo de este mago un chamán citadino; Brian Azzarello, el primer estadounidense que rompió con la tradición, junto al fenomenal dibujante brasileño Marcelo Frusin, postró a Constantine en América, mostrando la naturaleza estafadora del personaje. Mick Carey fue otro inglés que de nuevo decidió enfrentar al personaje con lo más oscuro del infierno, mientras que la novelista escocesa Denise Mina se bautizó en la historieta, confrontando al hechicero rubio con demonios como la empatía y el fútbol en trece cabalísticos números.
El popular guionista Andy Diggle, aliado con el enloquecido dibujante argentino Leonardo Manco (quien igualmente acompañó las historias de Carey y Mina), continuó el descenso del fumador empedernido, hasta llegar al equipo de Peter Milligan y los artistas Giuseppe Camuncoli y Simon Bisley en la ilustración, que mantuvieron el interés de la serie en constante ascenso hasta su cierre con Hellblazer #300 (2013).
En 2005, John Constantine llegó al cine en un filme dirigido por Francis Lawrence, y protagonizado por Keanu Reeves. El verdadero Constantine es rubio, cínico, habla un inglés muy cockney y usa gabardina. Su preferida es una caqui que, como él, está sucia y casi es gris, además de estar perfumada con un olor rancio a cigarrillos Silk Cute, sus preferidos. Constantine no tiene el cabello negro, no es estadounidense y, seguramente, si viera a Keanu Reeves, le daría una buena patada en el trasero.
Datos Comikaze
+John Constantine nació en Liverpool, el 10 de mayo de 1953, en medio del escenario de la clase trabajadora y en un rudo ambiente de abuso infantil. Durante sus 57 años de vida (edad que tendría si la continuidad del cómic no fuese manipulada), ha adquirido diversos conocimientos mágicos y se ha enfrentado a decenas de situaciones sobrenaturales.
+A los 17 años se retiró a Londres, donde vivió la escena punk e incluso fue uno de los espectadores de la primera presentación de The Sex Pistols, experiencia que lo orilló a formar su propia banda: Mucous Membrane.
+Gary Lester lo acompañó durante esta aventura musical y se convirtió en la última que tuvo, pues fue utilizado por Constantine y Papa Midnight (calculador y amoral brujo vudú presente en la adaptación cinematográfica) como señuelo para atrapar al demonio Mnemoth, un poderoso demonio del hambre.
+Siendo niño, sin saberlo, conoció al demonio Nergal, quien estaba escondido en el cuerpo de un infante. Éste le ofreció su primer cigarro, desatando en él un vicio que tres décadas después le produciría un cáncer, enfermedad que sería curada por El primero de los Caídos (el mismísimo Demonio), por medio de un acuerdo que los convirtió en enemigos por antonomasia.
+A los 35 años, tras detener el avance de dos fuerzas sobrenaturales que planeaban conformar una fuerza política en el mundo, Constantine quedó a merced de la muerte. En ese momento Nergal le ofreció una transfusión de su sangre como única forma de regenerarse. Fue así que Constantine posee, además de conocimiento, una naturaleza sobrenatural.
+Tras salvar a la súcubo Elle de la ira del Demonio (había quedado preñada del ángel Tali), Constantine la utilizó para seducir al Arcángel Gabriel y arrancarle el corazón, literalmente. Esto como una forma de chantaje para conseguir la protección de Gabriel contra El primero de los Caídos.
+Para poder concebir a su hija Tefé con su amada Abby, Swamp Thing poseyó el cuerpo de Constantine, sin consentimiento claro de este último.
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