Por Agustín Pepper Amezcua. Publicado originalmente en Comikaze #24 (julio 2014).
Donald Fauntleroy Duck ha estado presente en el imaginario colectivo por más de 50 años. Su incomprensible voz y voluble temperamento han hecho las delicias de generación tras generación. Pero fue hasta 1937 con la caricatura Modern Inventions que su personalidad se delineó por primera vez. Una de las mentes maestras tras esta animación fue Carl Barks.
Barks comenzó su carrera en los estudios Disney como un inbetweener, haciendo animaciones pequeñas (gestos menores) colocadas entre las animaciones grandes hechas por los dibujantes de cabecera. Este trabajo era tedioso y repetitivo, así que buscó entrar al departamento de historias, para lo cual envió varios chistes. Uno de estos llegó a manos de Walt Disney, que decidió comprarlo y convertirlo en el clímax de Modern Inventions.
Así fue como Barks se unió al departamento creativo de los estudios Disney. Ahí, dejó plasmados varios elementos que volverían icónico al personaje, y aunque no todas sus ideas fueron aprobadas para volverse animación, varias echaron raíces en su mente para futuras historias emplumadas.
Su periodo en animación fue definido por el mismo Barks como agotador, arduo e infeliz, por lo que, aunado a problemas de salud, dejó el estudio en noviembre de 1942. Justo antes de hacerlo escribió una carta a Western Publishing, encargados de los cómics de personajes de Disney, esperando una oportunidad para seguir dibujando a sus queridos patos en un medio, a su parecer, más amigable. Antes de que pudiera desarrollar algo propio, Western respondió su carta pidiéndole ilustrar una historia de diez páginas que tenía a Donald como protagonista.
Al principio, para crear sus historietas, Barks tomó como base varias de las caricaturas en las que trabajó, pero al darse cuenta de que tenía más tiempo para desarrollar la historia y menor necesidad de un clímax tan explosivo como en la animación, desechó por completo esa manera de trabajar para comenzar a contar historias con lo que se volvería su marca distintiva.
Otra gran diferencia que hizo sobresalientes sus historias, fue el hecho de que podía extender los diálogos de Donald sin necesidad de escuchar su peculiar voz, lo que dotó al personaje de una humanidad y sensibilidad más profundas que su contraparte animada e hizo del personaje alguien más identificable con el público en general. Al mismo tiempo, sumergió al plumífero en un entorno más parecido al estadounidense en la posdepresión, convirtiendo las aventuras del pato en relatos del hombre común que pudieran ser disfrutados por niños y adultos por igual.
Pero más allá de la nueva libertad creativa que le otorgó su trabajo, Barks tuvo que hacerlo desde el anonimato, pues Western, por órdenes de Disney, publicaba todos sus cómics con la firma de Walt Disney como creativo para que, al igual que con las caricaturas, no se perdiera el encanto del hombre maravilla que era Disney.
Con cada historia, Barks sentía la necesidad de crear personajes de apoyo distintos a los habituales (Donald, Daisy y los sobrinos de Donald) para hacerlas más ágiles y menos tediosas. Entre los personajes que creó se encuentran Gladstone Gander, el afortunado primo de Donald, Gyro Gearloose, inventor algo loco, y quizá las más importantes de sus creaciones: Scrooge McDuck, el acaudalado tío de Donald; la villana Magica De Spell, y los ex-reclusos Beagle Boys.
En su primera aparición, Scrooge fue presentado como un pato moderadamente acaudalado y muy viejo, apariencia que pronto fue desechada por Barks, ya que para futuras historias quería que el magnate fuera más activo. Tras cambiar poco a poco la fisonomía del venerable millonario, al fin pudo llevarlo por aventuras alrededor de todo el mundo, desde su natal Escocia hasta a un pueblo inca perdido en el tiempo.
McDuck Probó ser el motor para las más alocadas historias que Barks pudo concebir, mismas que utilizó para jugar con la distribución de paneles y la fluidez de su narración, demostrando por qué es uno de los creadores más alabados e imitados del noveno arte. Además, estos cómics dieron a Scrooge una fama que sobrepasó con creces a la de su sobrino, al grado de que todo lo relacionado a los patos de Disney es conocido como el Scrooge McDuck Universe, iniciado por Barks y terminado por Don Rosa. Cabe decir que estas historias se usaron muy libremente como base para la caricatura Ducktales (PatoAventuras).
Como mencionamos, los artistas y escritores que hacían los cómics de licencia de Disney tenían prohibido firmar sus obras y no recibían crédito por ellas o por los personajes creados, pero esto no detuvo a los fans que, aficionados al trabajo de Barks (aún sin conocer su nombre), notaban la abismal diferencia entre los cómics de éste y los de otros dibujantes. Le apodaban The good duck artist (el buen artista de patos) y llegaron a mandar cartas a nombre de compañías falsas que intentaban contratar al artista, todo con el fin de descubrir su nombre. Fue gracias a algunos fanzines y publicaciones pequeñas dedicadas al Pato Donald y familia que el nombre de Barks alcanzó la fama internacional.
El hombre pato se retiró oficialmente en 1966, tras haber trabajado 24 años moldeando y dando vida al Scrooge McDuck Universe, pero fue persuadido por el editor de Western para continuar escribiendo historias de estos personajes. Barks trabajó de forma esporádica en estas publicaciones durante la década de 1970, y su último trabajo fue el cómic de los Junior Woodchucks, la tropa de exploradores de Huey, Dewey y Louie, en el cual imprimió fuertes mensajes proambientalistas. Además, tras llegar a un acuerdo con Disney, pudo dedicarse a hacer pinturas por comisión con los personajes que utilizaba en sus cómics.
En sus años de retiro, Barks se dedicó a visitar el continente europeo, donde sus historias son profundamente queridas, y donde montó exposiciones con sus obras. De hecho, las últimas dos historias de Barks, tanto de Donald como de Scrooge, fueron publicadas como primicia en Italia y Dinamarca respectivamente.
La fama de Barks en Europa fue tal que la noticia de su muerte, en agosto del 2000, apenas comentada en medios norteamericanos, fue mencionada alrededor del continente, causando gran tristeza entre sus fanáticos, quienes no perdieron tiempo en hacerle homenajes.
Si estás en busca de historias divertidas y bien narradas, vestidas con un arte hermoso, entonces las emplumadas aventuras creadas por Carl Barks son lo que necesitas.
Dato Comikaze
- Will Eisner llamaba a Barks El Hans Christian Andersen de los cómics.
- En 1987, junto con Will Eisner y Jack Kirby, Barks se convirtió en uno de los primeros artistas en ser inducidos al Salón de la Fama de los Premios Eisner.
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