Tras el cambio de SESA (Super Ediciones, S.A.) a Editormex, Las Aventuras de Viruta y Capulina mantuvo al equipo de Ángel Morales y Héctor Macedo en los guiones y el dibujo. Pero aún con el éxito alcanzado por la pareja protagonista (en la pantalla y en las viñetas), algo estaba por suceder.

Con situaciones divertidas y muy acordes a las que los cómics presentaban en sus rutinas, la popularidad de la revista subía como la espuma, ya que además presentaba a los personajes en escenarios bastante imaginativos y muy caros como para ser llevados a un set de televisión o de cine. Así, el lector podía encontrar desde versiones infantiles de la dupla, hasta viajes a la luna o aventuras relacionadas con aspectos mágicos.

Desgraciadamente, la sociedad artística de Henaine y Campos se dio por terminada en 1967. El personaje del primero fue retomado para una nueva historieta, realizada por el mismo equipo creativo, la cual llevaría el título de Las Aventuras de Capulina. El nuevo proyecto contó con algunas participaciones de Roberto Gómez Bolaños en los guiones, Juan Carlos Macedo en las tintas y el dibujo de Óscar González Loyo (quien se inició en esta revista a los catorce años) en los extras de portadillas.

Entonces se suscitaron dos fenómenos interesantes: primero, la introducción de un nuevo personaje que haría dupla con Capulina. Se trataba de su abuelo Capuleto, un ancianito vivaracho, coqueto y vacilador, cuya personalidad a veces chocaba con la de su nieto.

El segundo fue la publicación de otra revista, protagonizada indirectamente por Viruta, llamada El Tío Porfirio, personaje inspirado en la versión que Héctor Macedo realizaba del comediante, aquí representado con mayor edad.

A pesar de que la editorial se consideraba todo un emporio, con numerosos títulos de elevado tiraje en circulación, como Burrerías (de donde se desprenderían más tarde Hermelinda Linda y Andanzas de Aniceto); Antar, El Rey de la Selva; Jornadas Bíblicas; Leocadio el Sabio; La Marca del Zorrillo; El Payo; Zor y Los Invencibles; Pirulete y su Pandilla; Huerfanito y Risko el Buceador, parte considerable del trabajo era realizado totalmente a mano, tal como nos platicó Juan Carlos Macedo.

En las series que realizaba su padre, Héctor Macedo, la mayor parte del relleno en negros (el sombrero, cabello y bigote de Capulina, por ejemplo) eran realizados por su madre. De igual forma, con ayuda de su esposa y su cuñada (Hilda Loyo de González y María Esther Loyo Roa, respectivamente), Óscar González Guerrero ponía color a la historieta sobre albanene.

A pesar del éxito de esta y otras historietas, el negocio editorial fue decayendo, por lo que la mayor parte de los títulos comenzaron a cancelarse; además, Editormex terminó en manos de Claudio Torelli (hermano de Giorgio), quien con su inexperiencia y codicia llevó a la editorial a su cierre.

Las Aventuras de Capulina fue una de las pocas sobrevivientes a principios de los 80, junto con Aventuras de Capulinita, su versión en formato mini, utilizado por Editormex para reeditar varios de sus éxitos de antaño, popularizar la historieta de bolsillo y generar nuevas ganancias.

De hecho, algunas otras minis que lograron sobrevivir hasta los 90 fueron Mini Tío Porfirio y Mini Zor y Los Invencibles. Lo único malo de esto (algo muy recordado por el gremio) fue que para realizar estas versiones, los dibujos originales eran recortados, mutilados y reorganizados, con lo que se perdieron años de trabajo artístico.

Publicado por poco más de 30 años, el Capulina de las viñetas es sin duda un personaje muy importante de la historieta mexicana. Logró una permanencia irrepetible en el gusto del público y mantuvo una gran fidelidad a la personalidad del comediante de carne y hueso. ¿Qué le depara el futuro a Capulina? ¿Volveremos a verlo en las viñetas?

Solamente podemos decir no lo sé, puede ser, a lo mejor, quién sabe…

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