Por Alberto Calvo
Las adaptaciones de cómic a la pantalla se han vuelto cosa de todos los días, tanto en cine como televisión (o servicios de streaming), y las buenas noticias son que, en medio de tanta competencia, sobre todo en lo que a series se refiere, es importante mantener un mínimo nivel de calidad para sobrevivir y extender su vida más allá de la primera temporada, y en el caso de The Umbrella Academy, una producción original de Netflix, me alegra reportar que Steve Blackman, Jeremy Slater y su equipo están haciendo un gran trabajo.
Basada en el cómic del mismo nombre creado por Gerard Way y Gabriel Bá en 2007, la serie toma la sensata decisión de no adaptar literalmente la historia de su contraparte impresa, optando por tomar la premisa general para contar su propia historia, bajo sus propias reglas y a su manera.
La primera temporada se estrenó en febrero de 2019, pero yo tardé varios meses en verla porque aún estaba recuperándome de mis cirugías en los ojos. Aquellos diez episodios toman la premisa e idea central de Apocalypse Suite, la miniserie original de The Umbrella Academy publicada por Dark Horse, agrega algunos elementos de Dallas, el segundo arco, y construye una historia distinta pero con muchos puntos en común.
El resultado es bastante bueno pues se trata de una serie entretenida y bastante disfrutable. Donde el cómic recae en explotar ideas extravagantes que juegan con la tradición de los cómics de superhéroes de una forma original y divertida que podría haber alienado a una audiencia más general, la serie se enfoca en los personajes y la forma en que lidian con los traumas desarrollados en su disfuncional familia. Eso permite mezclar un poco de drama con intriga, acción, y bastante sentido del humor.
En octubre de 1989, 43 mujeres que no habían dado señas de estar embarazadas, dieron a luz de forma simultánea. Esto llama la atención de Sir Reginald Hargreeves (Colm Feore), un excéntrico millonario e inventor que entiende de inmediato que esos niños son especiales (y la mayoría no deseados), por lo que recorre el mundo para buscarlos y adoptar a todos los que pueda.
Durante años entrena a los siete niños que pudo adoptar para convertirlos en un equipo de superhéroes al que llama The Umbrella Academy, y en realidad resulta difícil decir que los convierte en una familia pues Sir Reginald nunca los trató como tal. Eran herramientas con un solo propósito: salvar al mundo. Es tal el desapego emocional del enigmático millonario, que les dio números en lugar de nombres, los cuales recibieron hasta años después, gracias a su “madre”.
La serie comienza cuando los muchachos, ya adultos, se enteran de la muerte de su padre y vuelven a casa para el funeral. Ahí descubrimos que uno de ellos, Número 6 (Ben, interpretado por Justin H. Min) murió años atrás durante una misión, otro más, Número 5, (sin nombre, Aidan Gallagher) desapareció misteriosamente, y una de ellas, Número 7 (Vanya, Ellen Page) nunca mostró poderes. La historia cuenta cómo el disfuncional grupo de hermanos intenta lidiar con los traumas de su infancia y las cicatrices psicológicas y emocionales de haber sido criados por Hargreeves.
La reaparición de Número 5 los saca de sus contemplaciones cuando les informa que tienen sólo unos días para impedir el fin del mundo. Además, 5 tiene el cuerpo de un niño de diez años, pero la mente de una persona de 58 años de edad. Es demasiada información para procesar, y la falta de madurez emocional de todos ellos complica las cosas y más que la solución para salvar al mundo parecen ser los responsables de destruirlo. La temporada termina en un cliffhanger, y justo de ahí parte la segunda, estrenada el pasado 31 de julio.
El plan de 5 de llevar a sus hermanos al pasado funciona, pero sólo a medias. Todos ellos aparecen en el mismo lugar, un callejón de Dallas, Texas, pero en distintos momentos a lo largo de tres años. Y en la década de 1960. El último en aparecer es 5, quien descubre un problema: su presencia en el pasado provocará el fin del mundo en noviembre de 1963. Con un poco de ayuda se traslada algunos días al pasado y empieza a buscar a sus hermanos para intentar, otra vez, evitar el fin del mundo. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el asesinato de John F. Kennedy?
Número 1 (Luther, Tom Hopper, es el guardaespaldas de un mafioso y participa en peleas clandestinas de boxeo a puño limpio). Número 2 (Diego, David Castañeda) está obsesionado con impedir la muerte de Kennedy y está recuido en una institución mental. Número 3 (Allison, Emmy Raver-Lampman) se casó y es una activista de derechos civiles. Número 4 (Klaus, Robert Sheehan) fundó un culto pacifista y es acompañado a todos lados por el fantasma de Ben. Y Vanya perdió la memoria y vive en una granja, ayudando a un matrimonio a cuidar de su hijo con autismo.
Los siguientes episodios muestran la forma en que los hermanos se han adaptado a su situación, encontrando la forma de llevar vidas más o menos funcionales en el pasado y sin haber podido encontrarse unos a otros. 5 debe reunirlos a todos y averiguar cuál es la causa de este nuevo Apocalipsis para detenerlo antes de que sea demasiado tarde. Además, el grupo debe lidiar con la realidad de que aquí su padre está vivo y en Dallas, y con un grupo de asesinos enviados por los antiguos empleadores de 5.
La serie hace un gran trabajo en construir sobre las bases de la primera temporada, sobre todo en lo que se refiere al desarrollo de personajes. Cada uno de ellos ha mostrado crecimiento emocional en distintos grados, y a pesar de no haber pasado tiempo juntos por primera vez empiezan a parecer una familia. La misma mezcla de drama, intriga, acción y humor de la primera temporada está presente, quizás incluso de una forma mejor balanceada. El uso de personajes secundarios permite hacer orgánico el desarrollo de los personajes y resulta en una historia más compleja y mejor realizada.
Mención aparte merece el uso de la música. Algunos críticos de la serie se quejaron desde la primera temporada de que su uso resultaba caprichoso y por momentos tonto e incluso cursi, y es cierto que su uso es poco convencional, pero es una de las características más distintivas de la serie y da pie a muchos de los mejores momentos de humor. Puede ser que la adaptación no replique las extravagantes y divertidas ideas del cómic, pero encontró el modo de ser excéntrica a su manera y bajo sus propias reglas.
Aún no se sabe si habrá una tercera temporada (el anuncio de la segunda se dio a mes y medio del estreno de la primera, así que habrá que tener paciencia), pero me gustaría que así sea. Además de que la serie cierra con otro cliffhanger, después de dos temporadas ya siento un cariño especial por la disfuncional familia Hargreeves, y sus aventuras en pantalla han resultado una entretenida experiencia que no se parece a nada más. Y ésa es justo la forma en que debía ser. The Umbrella Academy es una serie altamente recomendada.
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