Por Humberto Rivera Montoya
Juguetes en viñetas…
Al inicio del proyecto, Budiansky sólo fungía como editor, y fue hasta el quinto número de la serie que se integró al equipo creativo del cómic. Los escritores encargados de relatar las primeras historias de los Transformers fueron Bill Mantlo y Ralph Macchio, en colaboración con Frank Springer (trazos), Kim DeMulder (tintas) y Nelson Yomtov (color), todos bajo el mando de los editores Bob Budiansky y Jim Shooter.
Marvel eligió a Mantlo (cocreador de Cloak and Dagger, Rocket Raccoon y White Tiger) por su experiencia en títulos de franquicias y con temas de robots, tecnología y ciencia ficción. El guionista ya había entregado buenos resultados en cómics como Battlestar Galactica, Iron Man, The Incredible Hulk, la miniserie The Vision and Scarlet Witch y en dos franquicias que ahora son propiedad de Hasbro: ROM y Micronauts. Escribió 58 números de esa última y quizá por ella la editorial lo vio como la mejor opción para Transformers. Por su parte, Ralph Macchio, protegido de Dennis O’Neil y Mark Gruenwald, trabajó antes en títulos como Marvel Two-in-One, The Mighty Thor, The Saga of Crystar, y también ROM y Micronauts.
Frank Springer fue el artista que dio forma a esos “robots en disfraz” en los primeros cómics de Transformers. Experimentado artista de la Era de Plata, en esos años trabajaba en el cómic de Dazzler y su currículo incluía cómics como The Tomb of Dracula, The Invaders y Spider-Woman a finales de los 70. En Transformers no logró plasmar su estilo como le hubiera gustado, quizá porque estaba más enfocado hacia la anatomía humana (sobre todo la femenina) pero mostró la acción y aventura a que estaba habituado y que se necesitaba para un proyecto como Transformers. Años después el artista confesó que no era de su agrado dibujar robots o vehículos, pues no era su fuerte, y que lo hacía porque el título era exitoso y le dejaba dinero.
Las tintas y colores de Kim DeMulder y Nelson Yomtov lograron dar cohesión al trabajo hecho tortura de Frank Springer. Pero al inicio las cosas no salieron tan bien. En aquellos años, a pesar de las estrategias sinérgicas en productos como estos, carecían de una comunicación eficiente entre productoras, creadores y artistas. Sunbow Productions fue la productora de la animación, Marvel la editorial del cómic, y Hasbro el mandamás enfocado en la fabricación de los juguetes.
Entre licitaciones, marcas registradas y aprobación de diseños, además de la presión de Hasbro, la falta de sincronización entre Marvel y Sunbow para entregar los modelos finales de cada personaje y vehículo ocasionó que en los primeros dos números de la historieta aparecieran personajes sin definir, otros sin nombre, o con el diseño del juguete pero no de la caricatura. Ése fue el caso de Ratchet y Ironhide, que en su primera aparición se ven como el diseño del juguete, que no era de los favoritos de los niños por no parecerse al de la animación. Los modelos finales estuvieron listos hasta la tercera entrega de la entonces miniserie, pero todavía con algunas incoherencias en los colores respecto a los juguetes o la animación.
Hubo otras discordancias que reflejaban la falta de comunicación entre Marvel, Hasbro y Sunbow. Por ejemplo, Hasbro planeaba bautizar a uno de los protagonistas humanos como Spike Witwicky, y ese nombre se usó en la animación. Pero Budiansky no estaba convencido y en el cómic lo llamó Buster Witwicky. Diferente nombre, mismo personaje. Otro caso fue el del decepticon Ravage (uno de los casetes que se transforma en jaguar), pues los guionistas decidieron que podía hablar y se convirtió en el personaje que dice el primer diálogo en el cómic.
Marvel anunció la salida del cómic para abril de 1984, pero por cuestiones de copyright tuvo que lanzarse un mes después, y el primer número se publicó el 29 de mayo de 1984. A pesar de esos problemas, los Transformers hicieron su debut estelar en los cómics antes que en televisión o algún otro medio.
La portada del número uno se le encargó a Bill Sienkiewicz, que con su característico estilo mostraba a un gigantesco Optimus Prime sobre una autopista, aplastando con una mano un avión de caza Decepticon mientras frente a él vuelan Gears y Laserbeak. En el fondo, sobre el cielo, se ven los rostros de un hombre de edad madura y un niño (que en ese primer número no aparecerían).
Los primeros cuatro números cuentan la llegada de estos personajes a la Tierra de forma distinta a como se relata en la animación: los Autobots tienen su primer encuentro con los habitantes de este planeta en un autocinema, creyendo ingenuamente que los vehículos son los seres vivientes. El encuentro con los Witwicky se da en el taller mecánico de Sparkplug, cuando Bumblebee llega casualmente por Buster (Spike en la animación), quien se lo roba para escapar del lío que los Autobots causaron en el autocinema. En el cuarto número se cuenta que los Dinobots surgen en la Tierra Salvaje y no son un invento del Autobot Wheeljack como en la animación. Otra diferencia es que la fuente de energía de los Transformers, el energón, no se menciona como tal y sólo se le llama “combustible”.
A pesar de los problemas creativos y discordancias, el cómic fue un éxito en ventas. Gracias a la respuesta de los lectores, lo que Marvel había planeado como una miniserie de cuatro números se convirtió en una serie regular que llegó a ochenta entregas.
La idea era apoyar sinérgicamente una línea de juguetes y una animación, sin importar qué planteaba la historia o cómo se dibujaban los personajes. Al final, Transformers fue uno de los títulos más consistentes (creativa y económicamente) de la editorial. Para mantener contento al fiel séquito de lectores de la serie y a diferencia de lo que pasó con otros títulos de la época, Marvel sólo subió el precio una vez durante todo el tiempo que el título estuvo en circulación.
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Entre los artistas que siguieron a Frank Springer en el cómic podemos mencionar a Alan Kupperberg, William Johnson, Mike Manley, Graham Nolan y Herb Trimpe, entre otros, pero sin duda fueron Andrew Wildman, Don Perlin y el argentino José Delbo quienes resultaron los más queridos por los lectores. Esos tres artistas fueron los que dieron identidad y calidad al título. Ellos, junto a Bob Budiansky y Simon Furman, dieron vida a los personajes, entendiendo perfectamente las motivaciones de cada uno. Stan Lee fue un ferviente lector de Transformers. Budiansky recibió una carta por parte de Lee, felicitándolo y alabándolo por su excelente trabajo.
Algo interesante de esta publicación es que al inicio, tal como pasó alguna vez con Godzilla en los años 70, los Transformers pertenecían al Universo Marvel y tuvieron como estrellas invitadas a Spider-Man y a S.H.I.E.L.D. La inclusión de Spider-Man no desagradó a Hasbro, pero el personaje era parte de una línea de juguetes de Mattel, así que se descartaron futuras apariciones. Otro personaje de Marvel que apareció en Transformers fue Circuit Breaker, creación de Budiansky que apareció antes en Secret Wars II, pero con la intención de que el sello se quedara con él para futuros cómics.
Mientras el título maduraba se pudo ver a un Megatron más obsesionado con el poder absoluto que en la serie animada; a Soundwave y Shockwave confabulando para derrocar a su líder; a un Grimlock, líder Dinobot Tiranosaurio, más inteligente y listo, llegando a liderar a los Autobots por una etapa; a Blaster con una actitud más bad-ass; a un Bumblebee menos infantil que dejó de ser el eterno compinche del humano y escudero de los Autobots; a Ratbat como líder de los Decepticons, y a humanos cazarrecompensas que podían engañar y hasta derrotar a los Transformers, además del crossover con la otra franquicia de Hasbro: GI Joe.
Transformers tuvo una versión inglesa editada por Marvel UK, la cual contó con más historias que complementaban lo relatado en la versión americana. Estas corrieron a cargo del guionista Simon Furman y el artista Andrew Wildman. Marvel UK republicaba quincenal y semanalmente lo que Marvel lanzó en América. Mientras que la serie americana duró hasta 1991, con 80 números, la inglesa contó con 332, debido a su formato de publicación semanal.
Transfórmense y avancen… al estrellato
El éxito inmediato de esta franquicia es comparable al de las series animadas o el de las películas live-action producidas desde 2007, algunas con sus bemoles, pero con una recaudación de cientos de millones de dólares para las arcas de Hasbro, además de lo que ha ganado con sus juguetes.
Los Transformers surgieron en los cómics, y ahora se les considera representativos de los años ochenta, una década difícil para la sociedad ante la amenaza de una guerra nuclear entre las dos naciones más poderosas de aquel entonces. Transformers refleja las aspiraciones del individuo por dominar y rodearse de tecnología, por la búsqueda de crear una máquina que sienta y tenga la capacidad de decidir. Pero es también la metáfora del miedo al mal uso de esas máquinas, las cuales podrían convertirse en el verdugo de nuestro destino…
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