Por Eduardo Arredondo B.
Los años 80 fueron una buena época para el mundo del comic, pues muchos autores comenzaron a tomar al noveno arte como una oportunidad para contar historias con un tono más serio y un tanto más adulto, alejándose de esa etapa en que se estigmatizó al medio como un mero entretenimiento infantil, lleno de narrativas inocentes y un tanto ridículas en algunos casos.
Antes de que se publicaran verdaderos parteaguas como The Dark Knight Returns o The Killing Joke, fue precisamente el autor de esta última obra, Alan Moore, quien empezó a labrar un camino para las historias dirigidas a un público más maduro. Fue en Superman Annual #11 (1985) con la historia For the Man Who Has Everything que se formuló una pregunta que tal vez hasta ese momento nadie se había hecho: ¿Qué puede regalársele a un ser que tiene todo lo que un hombre puede desear? La respuesta llegó por medio de una historia surgida de la mente del hechicero británico Alan Moore y su compañero, el caballero Dave Gibbons, quienes para esta aventura utilizaron un planteamiento sencillo pero muy efectivo.
En uno de los cumpleaños de Superman, sus amigos Batman, Robin y La Mujer Maravilla llegan a la Fortaleza de la Soledad, con el fin de entregar sus regalos al Hombre de Acero, a quien encuentran sumido en un estado catatónico y con una extraña planta alienígena adherida al pecho, la cual es presentada a los lectores como black mercy, una suerte de simbionte que, a cambio de darle a su víctima lo que más anhela (en una especie de espejismo, pues todo sucede solo en la imaginación de la pobre alma en desgracia), absorbe su vitalidad poco a poco hasta acabar con su presa, atrapada en una prisión mental. Todo esto forma parte del plan maestro de Mongul, quien busca vengarse de Superman y de paso destruir la Tierra.
Para el lector primerizo es realmente brutal darse cuenta de que el deseo mas grande de Superman es muy sencillo: vivir en Krypton junto con su familia, siendo un científico respetado, esposo de una hermosa actriz y padre de dos hijos. Sin duda, algo que podría anhelar cualquier mortal. Pero nada dura para siempre y este bello sueño se transforma poco a poco en una pesadilla, ya que al fallar en su pronóstico de la destrucción de Krypton, su padre Jor-El vive amargado y desacreditado, por lo que se convierte en líder de un grupo extremista. Por su parte, Kara Zor-El es atacada por manifestantes que protestan contra la reclusión en la Zona Fantasma (aquí me atrevo a señalar que esto es una especie de Elseworld, pues nos presentar una civilización kryptoniana como nunca se había visto, llena de decadencia, con disturbios sociales y religiosos).
Mientras tanto, en el mundo real, los aliados del Hombre de Acero son aventajados ampliamente por Mongul, el héroe comienza a notar que algo no está bien y que está viviendo en un espejismo, por lo que decide despertarse de este sueño, dejando de lado esa vida idílica, aun cuando su hijo le suplica que no lo abandone, en una viñeta que puede romper el corazón a más de uno. Es entonces que vemos a un Superman realmente enfurecido, quien golpea salvajemente a Mongul, a tal grado que los seguidores del Último hijo de Krypton debaten si esta fue la primera vez que el personaje uso sus rayos ópticos para dañar a alguien. Toda esta acción fue capturada con la maestría que solo David Gibbons podría brindar, gracias a un dibujo clásico pero a la vez con miras al futuro.
Moore y compañía no se tentaron el corazón al bajar de su pedestal a la trinidad de DC Comics, mostrando sus miedos y deseos más ocultos para que el lector notara que estos no eran muy distintos a los de un humano común. En este título pudimos hallar conceptos tan interesantes y filosóficos como la percepción de la realidad, o la decadencia de las civilizaciones que alcanzan el progreso tecnológico.
Como era de esperarse, esta gran obra traspasó las viñetas y fue adaptada al terreno de la animación, por medio de la serie televisiva Justice League Unlimited (2004), en la que con algunos leves cambios se capturó la esencia de la historieta, así como en un capítulo de la primera temporada de Supergirl (2016), aunque sin el mismo impacto.
For the Man Who Has Everything es una historia que puede dar gusto tanto al lector casual como al seguidor asiduo del género de superhéroes, pues no deja nada al azar. Tal vez haya sido eclipsada por historias posteriores y no ha tenido el reconocimiento que merece, pero sin duda es una aventura que querrás tener en tu biblioteca.