Por Miguel Ángel Hernández
Escrita por Denis-Pierre Filippi e ilustrada por el genial Terry Dodson, la historia de Songes Coraline (Les Humanoïdes Associés, 2006) se desarrolla en algún lugar durante la época victoriana, el cual cuenta con tecnología cercana a la de nuestros días, aunque mostrada de forma muy sutil. La protagonista es la hermosísima Coraline Doucet, que arriba a una enorme propiedad buscando un empleo de institutriz (aunque nunca queda claro de qué trata el trabajo que le ofrecen). Pero su mision es clara: hacer que el “señor” Vernère vuelva a divertirse, pues se la vive entre libros e inventos.
En el camino conocemos a otros dos personajes, Ekborn, un mayordomo libidinoso, y la señorita Guérande, que es algo así como el ama de llaves de este lugar. Conforme avanza la historia, los lectores descubre más elementos de la trama al mismo tiempo que lo hace Coraline, y por medio de sus sueños el autor hace al espectador cómplice de lo que en realidad ha venido a hacer la bella mujer, aunque ella misma no se de cuenta.
El guion es extraordinario, con pintas a convertirse en un clásico. Todos los personajes, pero sobre todo Vernère y Coraline, son muy carismaticos; la escenografia y los paisajes de Dodson son bellísimos, muy tridimensionales, con vistas en picada realmente impactantes. Sin duda la obra maestra de Dodson hasta el momento (y ya cuenta con un segundo volumen).
Trazada a lápiz y coloreada digitalmente, me hizo extrañar un poco las tintas de Rachel Dodson, pues estoy acostumbrado a verla trabajar en mancuerna con su esposo. Pero no hay duda, ambos creadores estaban inspirados al darle vida a Songes Coraline... ¡vaya pieza de cómic! Aquí los sueños son una delicia.
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