Por Miguel Ángel Cortés
En los días en que leí esta obra por primera vez ocurrió que, en un momento en que la radio estaba encendida, un funcionario del INEGI lanzó un comentario en una entrevista: El mexicano vive en promedio en seis casas distintas durante su vida. Nunca corroboré el dato, pero lo cierto es que nos movemos mucho. Por circunstancias variopintas, sean económicas, laborales, de salud, seguridad o familiares; el mexicano anda de allá pa’ acá con todo y chivas unas cuantas veces durante su existencia, ya sea solo o en bola.
Dibuja una casa es la obra ganadora del Premio Nacional de Novela Gráfica 2017. Se podría decir que es de corte autobiográfico, y que es el segundo libro de este estilo del autor. El primero es Este cómic no es arte, ganador de Secuenciarte 2015, en Pixelatl. Ambas obras tienen como herramienta constante el timeskip, hablar de cómo era entonces y cómo es ahora, para corroborar y comprobar que algo es y será. O quizá para reconocer y aceptar los cambios, algunos buenos, otros no tanto.
Axur Eneas es el autor en cuestión. Su nombre puede no resonar mucho en el panorama del cómic nacional, pero eso se debe que a que Axur se mueve en distintos ámbitos y a distintas profundidades. Si tienes chavitos cerca, eres uno o simplemente sigues disfrutando de ver caricaturas, puede que conozcas su trabajo en los cortos Toontorial de Cartoon Network donde el plot es dar tutoriales para realizar distintas tareas pero desarrollándolos de la manera mas extraña y cómica posible.
También ha trabajado en Ánima estudios y Action Lab Entertainment, empresa de cómic independiente donde dibujó The Adventures of Aerogirl y Sleigher: the Heavy Metal Santa. Puede no ser un autor muy prolífico, pero tiene una voz muy marcada y particular, como su nombre. Y lo curioso es que, a la vez, es un autor que no se casa con un estilo propio en lo que a estilo visual se refiere. Lo suyo es dibujar, y me parece que adaptarse y transformar su estilo a lo que la historia requiera es parte del gozo y reto que encuentra en su profesión.
Dibuja una casa nos sitúa en un periodo de transición en la vida de Axur. Se encuentra buscando departamento para irse a vivir con su novia (la también escritora/dibujante Alejandra Gámez). Esto acarrea una serie de complicaciones, como la culpa que siente por dejar a su madre, el costo, el factor seguridad, y todo ese conjunto de cosas que son parte del proceso.
A la par, el autor en su versión antropomórfica (un mapache con antifaz parecido a un logo de batman) comienza a hacer recuento de los lugares en los que ha habitado durante su existencia. Desde la casa de los abuelos hasta una casa que su madre construyó, o los departamentos que ocupó durante su vida de estudiante universitario. Todo aderezado por pensamientos sobre la vida, la familia, el trabajo, los sueños.
Sórdido es una palabra que me vino en primera instancia para describir esta lectura, pero me late que es demasiado fuerte. Lo que sí es, es cruda. Es triste y a ratos da la impresión de pesimismo. Pero justo ese es el detalle. En los malos momentos hay algo bueno y en los buenos ratos puede pasar algo que nos saque de balance. Como la misma paleta de colores usada en la obra, esto es una escala de grises. Axur atrapa desde un inicio, con una narración que se siente a la vez plática y confesión.
Somos espectadores dentro de su cabeza, y por ello sientes que la narración es lo que te imaginas cuando escuchas a alguien platicar la historia de su vida, y no que estás leyendo y viendo algo que un perfecto extraño ha decidido contarte. Es una historia que te deja con ánimos de revisar tus propios pasos, volver la mirada a donde hemos estado y así revalorar dónde estamos y entender hacia donde prosigue nuestra aventura.