Por Rodrigo Torres
Un debate común en el medio es si los cómics son arte, y de serlo, ¿son un medio independiente o una variante de la palabra escrita? Scott McCloud es uno de los grandes defensores del cómic como medio independiente de arte. Se ha dedicado no sólo a crear cómics, sino también a estudiarlos y a compartir sus teorías y descubrimientos, y es famoso por obras como Entender el Cómic, Hacer Cómics y Reinventar el Cómic, donde utiliza una gran cantidad de ejemplos para conceptualizar el trabajo de quienes se dedican a hacer cómics.
Tras realizar esos trabajos casi científicos sobre el cómic, regresó a hacer sus propios intentos en el medio. Uno de ellos es la novela gráfica El Escultor, recientemente publicada en nuestro país por la Editorial Planeta Cómics. En esta novela conocemos a David Smith. Como el título implica, David es un escultor, pero no uno muy exitoso. Por problemas personales y profesionales, la carrera de David no ha despegado lo suficiente como para mantenerse estable.
Pero le llega una oportunidad, con sus correspondientes y elevados riesgos. Una entidad que dice ser la muerte aparece ante él con una solución a sus problemas. La Muerte le ofrece la posibilidad de llevar a cabo sus sueños si acepta morir en un plazo de 200 días. David tendrá poco más de medio año para volverse un escultor famoso y obtener lo que siempre ha querido. Escéptico al principio, acepta el trato propuesto por la muerte, quien se manifiesta con una cara familiar.
Pronto David descubre que lo que le han concedido es la capacidad de esculpir cualquier material mágicamente, sin ayuda de herramientas, por lo que puede hacer realidad sus esculturas en cualquier lugar y de cualquier forma. Después de aceptar el trato, David conoce casi de inmediato a alguien que cambiará su vida y sus planes. Literalmente caída del cielo, Meg ha llegado a la vida del escultor para hacer temblar sus cimientos.
En una obra más común, el éxito de David sería automático gracias a su nuevo “súperpoder”. Pero McCloud es un poco más realista, por no decir que pesimista, así que aun con esa habilidad David no encuentra fácilmente el camino al éxito, lo que lo llena de frustración y enojo. De forma curiosa, la Muerte sigue interactuando con David, y hasta cierto punto lo guía, y le advierte que es peligroso enamorarse cuando le quedan pocos días de vida. No puede ofrecerle un futuro a Meg, y sin embargo…
El Escultor es una emotiva historia en la que vemos problemas cotidianos y muy humanos. La lucha por la identidad y la estabilidad laboral, los trastornos emocionales, los momentos difíciles de la vida. Pero sobre todo, el enorme miedo a la muerte que invade a todo ser humano, la incertidumbre del final y la poca capacidad que tenemos para afrontarla. Al final, esta novela gráfica nos dejará cuestionamientos sobre sus personajes y nuestra propia vida. ¿Qué estoy haciendo por mis sueños, y qué sacrifico para llegar a ellos? ¿Vale la pena? ¿Dejaría todo por la oportunidad de realizarlos?
En conclusión, El Escultor es una búsqueda de sentido para su protagonista, pero también para el lector. Nos involucra emocionalmente con sus personajes y situaciones, con su difícil lucha con la vida. Nos hace preocuparnos por ellos y sentir la montaña rusa emocional que atraviesan. Planeta Cómic tuvo un gran acierto al traer esta novela gráfica a nuestro país, donde sobresale en un mercado donde abundan los superhéroes y las historias más optimistas.
La cantidad de páginas que ofrece y la bonita edición de pasta dura de esta novela gráfica justifican su precio, que no se siente tan elevado. Hay que mencionar que se trata de un cómic importado y no fue traducido localmente, por lo que la traducción al castellano puede ser problema para algunos lectores.
Pero, retomando la pregunta original: ¿Son arte los cómics? Espero que al leer esta novela gráfica, podamos inclinarnos un poco más hacia el sí.