Por Miguel Ángel Hernández
Gringo, dibujado por Carlos Giménez a inicios de los 60, es una magnífica historia del género western, centrada en un tipo llamado Syd Viking, quien trabaja como capataz en un poblado cerca de la frontera con México. Gringo, como le apodan, es amigo de los mexicanos, incluso tiene una novia mexicana, pero también es un “metomentodo” que lo mismo hace de detective que de cazador de recompensas, quien siempre lucha “a favor de la razón”.
Un día llega el nuevo dueño, quien no quiere trabajar con los mexicanos, por lo que desarrolla un plan para sacarlos de sus tierras. La historia original fue creada por Manuel Medina, pero fue Carlos Giménez quien creó al personaje en su versión gráfica.
De hecho, lo más interesante del cómic no lo lleva la parte del guion, sino la gráfica, que bien vale un análisis meticuloso a cada una de las viñetas, sobre todo para quienes gustan ver historietas en blanco y negro, sin grises, sin tramas, de esas que resuelven los planos sin otra cosa que ingenio y conocimiento de las texturas, de las sombras, del detalle. Publicado en 2010 por Glénat, Gringo tiene viñetas que por sí solas son impresionantes, con una maestría soberbia para utilizar los contrastes. Vale la pena rastrear ambos tomos para conocer el primer éxito de Carlos Giménez en Europa.